Ayer, El País publicaba un artículo de Pablo Iglesias, matonesco y literariamente birrioso como todos los suyos, pero muy alejado del símbolo cursi copiado del Gorila Rojo para su nueva coalición electoral: el corazón que, en su caso, es el de un acreditado matón en su variante escrachadora (Rosa Díez en la Complutense), apologeta en su tele iraní de "la guillotina como origen de la democracia", teléfono de contacto en Madrid de Herrira, la asociación de la ETA para controlar sus presos (con su socio político Otegui a la cabeza) y defensor de todos los actos de violencia perpetrados por los ajenos y los propios, del Alfon y el Bódalo a la Maestre y el Zapata.
Esta vez, el matón nos ahorraba ese sentimentalismo siniestro típico del comunismo caribeño que exhibió en aquel grotesco "os quiero" con que terminaba su carta al partido anunciando la liquidación de Errejón y su asunción del Poder absoluto. Lo que Iglesias anunció este sábado en el diario de la Izquierda Instalada –a la rica sombra de Soraya y Rajoy- era más serio: la inminente llegada al Gobierno de la Izquierda totalitaria, acaudillada por él, cuya toma del Poder "sin vuelta atrás", sería "sólo cuestión de tiempo". "La vieja socialdemocracia" del PSOE debe elegir: apoyarlo tras las elecciones del 26J o esperar a las siguientes para rendirse a la evidencia, o sea, a Él.
Por desgracia, la chulería de Iglesias venía avalada por dos datos a tener muy en cuenta. En primer lugar, el ex-empleado –con Garzón- de IU, cuyo partido Podemos financió Venezuela dentro de su plan para subvertir el orden democrático en Europa, y muy particularmente en España, tenía ya en sus manos la encuesta del diario de PRISA-Star Petroleum que coloca a la coalición requetecomunista (Unidos Podemos) por delante del PSOE y a dos puntos del PP, que ganaría las elecciones del 26J, pero por tan poco que ni siquiera con Ciudadanos –y yéndole bien- podría formar Gobierno.
Las telesorayas: juego de cromos contra Juego de Tronos
El segundo dato que maneja Iglesias, y que se resisten a manejar los demás partidos políticos pese a que está al alcance de todos, es que Iglesias ha tomado ya el poder en la televisión, que en unas elecciones que se están caracterizando por el fin de los mítines y la pugna en la palestra audiovisual serán probablemente decisivas en la derrota de la "vieja socialdemocracia" a manos del viejísimo comunismo de Stalin y el Che, de Cuba y Venezuela. En la primera semana de las cuatro que marcan esta campaña, la presencia del caudillo podemita en el horario de máxima audiencia de las cadenas de televisión generalista ha sido aplastante.
Y esta vez, el duopolio televisivo, impuesto por el Gobierno, no dejó a sus segundas marcas, La Sexta y Cuatro, la apología del Protodictador. Fueron Tele5 y Antena 3, las de más audiencia, las que encargaron a sus "reinas de la mañana", Ana Rosa Quintana y Susana Griso, la competencia en servilismo político y manipulación informativa en horario prime time; una, utilizando niños como peana del culto a Kim Il Pablo; otra, en algo que parecía más una sesión de club de contactos sexuales que la entrevista a un candidato a presidir el Gobierno que, en realidad, va a intentar la conquista del Estado.
La corrupción política crea el Duopolio
Ello sucede en dos cadenas que concentran ocho canales nacionales y más del 90% de la publicidad televisiva, que dependen de concesiones del Gobierno y que se supone que deberían respetar y promover la democracia. Tanto Mediaset como Atresmedia fueron favorecidos de forma ilegalísima por los Gobiernos del PSOE y del PP para absorber Cuatro y La Sexta, que deberían haber vuelto al mercado para así ampliar la propiedad y la oferta.
Sucedió al revés: para favorecer a PRISA y a Roures, mediante la más descarada corrupción al más alto nivel, Zapatero y Rajoy entregaron cuatro canales a Berlusconi y Lara, que ya tenían cuatro cada uno, quitaron luego la publicidad a TVE y finalmente prohibieron la llamada pauta única que permitía sobrevivir a las pequeñas cadenas de televisión que, con gran esfuerzo habíamos puesto en marcha diversos grupos periodísticos, con la inmediata ampliación de la oferta informativa y la pluralidad ideológica. El golpe al mercado fue letal: Veo7, Libertad Digital TV, Intereconomía TV o Canal 10 fueron condenadas a vender sus frecuencias legales o desaparecer.
La salvación del Grupo PRISA, con 3.200 millones de deuda, y los regalos a Mediaset y Atresmedia de Cuatro y La Sexta pusieron en manos de la Vicepresidenta del Gobierno y aspirante a sucesora de Rajoy el mayor poder mediático que ha tenido nunca un político, incluidos Felipe y Aznar. Y en los últimos dos años, desde las elecciones europeas, la estrategia del Gobierno de Rajoy, dirigida por Soraya, María Pico y Carmen Martínez Castro, se ha encaminado a crear un núcleo perrunamente incondicional de apoyo a Soraya y a favorecer a Podemos para evitar que el PSOE pueda ser una alternativa real de Poder.
Los resultados de la apuesta podemita del PP
Esta estrategia, inmoral y suicida, es tan obscenamente evidente que ya ha sido públicamente criticada por líderes históricos del PP como Aznar o Aguirre, porque ni asegura que el PP vaya a ganar las elecciones ni que Podemos pueda alcanzar el Gobierno. De nada ha servido que, en bastantes medios se haya asumido lo que antes sólo criticábamos unos pocos. Como explica en su última crónica Pablo Montesinos, la política de polarización para destruir el centro-izquierda (PSOE-C's) y obligar al electorado a elegir entre la corrupción rajoyista y la revolución comunista es innegociable. En realidad, es uno de los dos puntos del Programa Electoral del PP: el miedo a Podemos que él fomenta; el otro, la bajada de impuestos que nunca bajó.
El resultado de esta estrategia aparece este domingo en las encuestas de varios periódicos: Podemos logra, tras la triquiñuela electoral de alianza con IU, enterrar al PSOE no sólo como alternativa de Poder sino como primera fuerza de Izquierda, algo a lo que el propio Sánchez ha ayudado entregando a Podemos las grandes capitales para quitárselas al PSOE. Pero el miedo a Podemos no consigue hacer de Rajoy un candidato ganador. En el mejor de los casos, puede recuperar cinco escaños de los más de cincuenta perdidos. Y ni así podría formar gobierno con Ciudadanos. Quedaría, de nuevo, en manos de un PSOE cuyo rescate para la moderación por Ciudadanos sería mucho más difícil que hace unos meses. Todo nos lleva al Frente Popular y a la Revolución soñada por los Chicos de la Checa y sus amigos etarras y separatistas.
Una anécdota reveladora
La anécdota que revela la absoluta dependencia del gran negocio del duopolio televisivo de las decisiones del Gobierno a través del BOE la ha protagonizado el presidente de UTECA, Alechu Echevarría, que pidió a la mismísima Soraya una ley que impida la entrada en España de las series que tres grandes cadenas mundiales, HBO, Netflix y Amazon, emiten ya o piensan emitir en ese espacio que guarda para su disfrute la corrupción del Gobierno. El gesto, además de mostrar los dientes de una avaricia ilimitada a quien puede satisfacerla, es una prueba de la nula fiabilidad de los amigos de Soraya, que prefieren hacer dinero hundiendo la democracia antes que cumplir su deber como servicio público –que eso significa "concesión"- defendiendo la Nación y la Constitución. El duopolio quiere un Cambio de Cromos –promoción de PP y Podemos- a cambio de Juego de Tronos. En cualquier caso, gana la tiranía, pierde la Libertad y España entra en barrena.