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Federico Jiménez Losantos

Argentina, "país campeón", pero de la ruina

El enésimo plan del Gobierno argentino para evitar esa suspensión de pagos que cada vez más aparece como el único desenlace posible tras un comportamiento tan irracional e irresponsable como el acreditado por ese país, no ha suscitado ni alivio ni esperanza. Todo, desde el discurso a los argumentos, desde los compromisos politiqueros a la mercadotecnia electoral, suena a cien veces oído, mil veces probado y requeteprobado e, infalible e implacablemente, fracasado. Nada hay de nuevo en ese plan y, por tanto, nada de bueno. Mientras Buenos Aires no cambie de política, mientras Cavallo insista en pedir más dinero al FMI para alargar la agonía ruinosa del endeudamento insensato, simplemente se está encareciendo aún más el entierro financiero de la nación. Y todo, por no reconocer al cadáver como tal, todo por pretender que el maquillaje puede revivir al que hace tiempo dejó de respirar.

Probablemente el sector decisivo en la quiebra de la economía argentina está siendo la clase dirigente, esencialmente la política, pero también la económica y la que podríamos llamar cívica: medios de comunicación, intelectuales, eclesiales. Cuando un país se empeña en gastar más de lo que gana y en pedir cada vez más aunque tenga cada vez menos, la quiebra es ineluctable. Pero si se movilizan todos los resortes morales y materiales de esa sociedad siempre es posible superar la crisis y salir adelante. Según la magnitud del desastre, tardará más o menos, costará mayor o menor sacrificio, pero finalmente se saldrá. Ahora bien, si los que deberían marcar con su liderazgo la salida de la crisis se empeñan en seguir encabezando la galopada hacia el caos, no hay nada que hacer.

Mientras Cavallo pronuncie frases como “somos el país campeón en asistencia social del FMI y de la comunidad financiera internacional”, en vez de ocultar la vergüenza que debería producirle esa condición indigente y mendicante, en la que ha superado a Nigeria, ningún remedio es posible. Recordamos que hace unos meses el propio Cavallo dijo, en viaje a España para acolchar el enésimo sablazo al resto del Orbe, que Argentina no necesitaba dinero y que no había venido a pedir nada, todo lo contrario. Si un país se empeña en mantener al frente de sus finanzas a alguien como el hiperministro e hipoestadista Domingo Cavallo, capaz de presumir de ser el último de la fila y de proclamarse “campeón” aunque sea de la ruina, en ella seguirá. “Cuesta abajo en la rodada” anda el país del tango, hace ya años. Y si no cambia el vocalista y el repertorio, hasta la quiebra acabará siendo anhelada por la gente común, como esos moribundos que quieren abandonar este pícaro mundo para, por lo menos, dejar de sufrir.

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