A ver cómo empiezo. Veamos. Impactada sigo por la noticia del suplemento Eureka de El Mundo donde se apuntaba que las caracolas gallegas tienen pene, los mejillones de Vizcaya son hermafroditas y las carpas del río Ebro son transexuales, debido todo ello según parece, a la contaminación de las aguas con productos derivados de lociones de afeitado. Un aspecto más a tener en cuenta de los poderosos efectos del aftershave.
Y, aunque esto da para varias columnas, prefiero hoy centrarme en la proliferación masiva de metáforas y símiles, con regodeos hiperbólicos incluidos que se han ido acumulando en las últimas jornadas en torno a la figura de nuestro presidente de Gobierno y su cuestionada capacidad para salir al paso de la gravísima situación que atraviesa nuestra malherida nación.
Así, mientras Artur Mas –ya me referí a ello en otra ocasión– acostumbra a recrearse en escenarios y terminología náutica para describir el rumbo, o la ausencia de éste y el manejo correcto o no del timón, Mariano Rajoy, menos tocado por el Mediterráneo, suele ser más genérico y prefiere utilizar el término nave, sea ésta espacial o marítima. Sin embargo, el debate de la reforma laboral está siendo mucho más pringoso, con lo que Duran i Lleida, acostumbrado a ser algo más sutil en sus apreciaciones, se nos ha descolgado diciendo que ésta es un "churro". Y claro, el popular González Pons, que es valenciano y fallero, ha entrado al trapo con la ingeniosa aportación de que tampoco se trata de "fabricar buñuelos".
Y si me permiten, vamos a dejarlo aquí porque nuestra querida España empieza a desprender ese desagradable olor a fritanga y nuestros churreros no están a lo que están, francamente.
Sin embargo, nadie como él sabe manejar los diferentes recursos estilísticos aplicados al arte de la política. Nadie como Jordi Pujol. El Molt Honorable, como buen católico, se entrega a la parábola como Jorge Javier Vázquez al neorrealismo televisivo.
Les cuento. La semana pasada el ex president de la Generalitat cumplió ochenta años y lo celebró con un artículo en La Vanguardia donde, tras aclarar que no ha querido que se le rindiera ningún homenaje por tal motivo, rescató una historia que contó en unos escritos durante su estancia en la cárcel tras ser detenido en el Palau de la Música hace medio siglo.
Así, entre nosotros, el homenaje hubiera tenido lógica, pero utilizar estas palabras textuales para hablar de sí mismo, pues qué quieren que les diga, no és molt maco, president. Y sobre todo, poco modesto.
Lo que les decía. Rescata la historia contada en Des dels turons a l´altra banda del riu cuya traducción al castellano vendría a ser Desde las colinas al otro lado del río, en la que "el chico de la hondonada" vivía en un oasis al que amaba y en el que había crecido, pero la amenaza se cernía sobre éste, debido al avance de la arena del desierto, las caravanas de comerciantes de esclavos y por el desánimo y agotamiento de sus mayores.
Esperen, no se impacienten. El chico decidió atravesar el desierto en dirección al mar, un lugar lejano pero libre, con lo que, sabedor de sus muchos peligros, emprendió el camino, consciente de que incluso el fracaso se convertiría en victoria, por el significado y valor de sus huellas, siempre y cuando el viento no las borrase para ser éstas vistas por otros chavales, que seguirían su ejemplo. Finalmente, nos sigue relatando con auténtica pasión, los bandidos del desierto le atacaron y le hicieron descender a una profunda hondonada de la que ya no pudo salir.
Bien. Ahora sitúense en el contexto de hace cincuenta años y pónganle rostros y paisajes a los diferentes decorados, hay para todos los gustos y mucho se ha escrito al respecto, no seré yo quien cuente ahora nada nuevo. Hay quien piensa que la búsqueda del mar podría significar el camino hacia la independencia pero al ser la ambigüedad –en términos políticos– una de sus muchas características, tampoco acabamos de saberlo. Tenemos indicios, sospechas, pero poca rotundidad al respecto.
Pero lo curioso es que la parábola del chico de la hondonada, con el que reitera su total identificación, sea rescatada precisamente ahora, en estos momentos de calentamiento, no global, sino de fervor "consultístico" e identitario.
Y el Muy Honorable finaliza orgulloso de haber dejado a su paso tantas pisadas y huellas en ese largo camino en el que no se ha sentido nunca solo y anima a los suyos a seguir adelante con el mismo proyecto e ilusión. Que cada uno lo interprete a su manera, aunque menudo pedazo de auto-homenaje.
El presidente del Gobierno, sin embargo, exhausto de tanto símil y metáfora y agotados sus recursos "montañísticos" ante la tierna mirada de nuestra alpinista Edurne Pasabán, ha decidido rendirse a la evidencia y les ha dicho a sus asesores, a sus speech writers que dejen la pluma en casa para entregarse a la sinceridad más absoluta.
"Seguramente, el que menos ha hecho por la solidez de España es este Gobierno, estoy dispuesto a admitirlo". Estas presidenciales palabras, con flagelo en mano, no precisan de ninguna técnica. Y es que el tic tac avanza sin tiempo para metáforas.