Asistí hace pocos días a uno de esos desayunos en el que el invitado en cuestión era Artur Mas. Andaba una servidora con ganas de volver a escucharle tras su estimulante propuesta sobre la Casa Gran del Catalanisme y la verdad, no defraudó.
El jefe de Convergència Democràtica de Catalunya inició su charla de manera más que prometedora. Habló del origen del concepto "recesión" en los años 30, citó a Fukuyama para referirse a su artículo sobre las fisuras entre los neocon, cómo Reagan y Thatcher fueron la reacción a unos Estados intervencionistas e hilvanó una serie de medidas que España debería adoptar para combatir nuestra particular crisis.
Correcto hasta aquí. Vamos, mucho más que eso. Me dieron ganas de levantarme y darle un abrazo, al tiempo que le daba la bienvenida al mundo de los valores occidentales. Como a la amiga Rahola, por cierto, que a estas alturas nos va a contar a algunos lo que significa la libertad y cuán reaccionaria, antimoderna y antioccidental, según sus palabras, es una parte de la izquierda internacional. Benvinguda, Pilar, benvinguda.
Sin ir más lejos, un amigo mío del Ripollès, a la sazón pepero, me comentó no hace mucho la sensatez con la que últimamente respiraba Pilar Rahola en sus artículos. A lo que yo le recordé que por haber realizado planteamientos similares hace no tanto tiempo, la ex diputada republicana lo machacó en un debate televisado llevándose con ella los aplausos del público acompañada por nadie más que por su permanente y fiel aliada de nombre demagogia.
En fin, a lo que iba. El sr. Mas i Gavarró hizo también referencia al debate pendiente sobre política energética, a los 850 millones de euros para formación continua que el Gobierno socialista ha desviado hacia otras partidas en toda la legislatura y habló, por supuesto, de l´Estatut, así como del déficit de infraestructuras y la financiación (no sin recordar con cierto ímpetu el obligado cumplimiento de aquél, incluso para el Gobierno español).
¿Está seguro el líder convergente de que la Constitución española se cumple íntegramente en Cataluña? ¿Gozamos los catalanes de la libertad real para educar a nuestros hijos en un sistema de enseñanza bilingüe en lugar del cada vez más asfixiante modelo prácticamente monolingüe?
Porque ya está bien de exigir todo el día responsabilidades a los demás, de reivindicar los derechos de uno mismo sin atender a los de los otros y olvidándose por completo de los deberes.
Como apunta el siempre atinado y sabio Francesc de Carreras, Catedrático de Derecho Constitucional, los nacionalistas siempre necesitan ir a más, deben subir peldaños para ir acercándose a la soberanía y han visto ahora el momento oportuno para dar el empujón necesario. Así es, ni más ni menos.
Cuando el joven Artur era todavía "Arturu" y jugaba al fútbol, sus compañeros le pusieron el sobrenombre de "Flecha negra", por la manera –al parecer– de correr por la banda; derecha o izquierda –eso no lo sabemos– aunque me temo que sería según por donde soplara el aire. Nombre, por otro lado, que coincide con el título de la novela de aventuras de Stevenson, que se remonta a la Guerra de las Dos Rosas y relata el enfrentamiento entre la Casa de Lancaster (rosa roja) y la de York (rosa blanca) y que acaba en una descomposición del Estado.
Queda por ver la evolución de la Casa Gran, el colorido de sus rosas y lo más interesante, el futuro de nuestra querida Nación.