En la página web del Parlamento Europeo aparece una encuesta referente a si hay algún debate o no en los diferentes países que integran la Unión Europea sobre las próximas elecciones del mes de junio. Hay cuatro posibles respuestas: a) ¡Muchísimo! Casi no oigo hablar de otra cosa b) Algo, los debates están empezando ahora c) No lo suficiente y d) ¿Qué elecciones? Por el momento va ganando la opción c, seguidita de la d.
Si hacemos un repaso de las noticias que más repercusión han tenido en los medios de comunicación relacionadas de alguna manera con los comicios europeos, así a bote pronto, me vienen a la cabeza un par o quizá tres.
La primera de ellas, la pre-selección mamachichera por parte de Silvio Berlusconi, alegando que necesitaba caras "nuevas, jóvenes y hermosas". Femeninas, claro. Entre las candidatas, ex-showgirls y concursantes de Gran Hermano. Tras las declaraciones públicas de su esposa –previas a la posterior petición de un divorcio más que anunciado– donde apuntaba que se trataba de "una desvergüenza para diversión del emperador" y que "ofendía la credibilidad de las mujeres", el presidente italiano cedió también ante las presiones de algunos dirigentes de su partido y ha mantenido sólo a una de las aspirantes.
Al margen de la actitud –nada novedosa por otra parte– descaradamente machista y hortera de Berlusconi, más propia de los más rancios episodios de destape setentero que de una visión algo más acorde a nuestros tiempos, nada o poco he oído o leído al respecto del desprecio y el recochineo hacia la institución europea.
Pero vayamos a por la segunda. Si mal no recuerdo, la suave coz a la ministra de Justicia francesa Rachida Dati hacia el escaño dorado ha sido otro de los temas que más páginas ha ocupado en los últimos tiempos, debido en gran parte a un perfil más mediático y ciertamente polémico de la ex ministra favorita de Nicolas Sarkozy. Interesante duelo de damas ya que Segolène Royal también ha entrado en la europea escena tras el pistoletazo de salida que dio hace pocos días el presidente francés a la campaña de las elecciones del próximo mes. Y lo hizo reclamando una Europa fuerte, reivindicando el espíritu de los padres fundadores y alentando a las instituciones europeas a diseñar bien sus prioridades, al tiempo que se defendía de algunas acusaciones de proteccionismo.
Y en este sentido precisamente se expresaba el periodista británico T. Garton Ash en un interesante artículo señalando el "giro hacia un proteccionismo encubierto" motivado por la crisis internacional y la importancia que más que nunca adquieren los Gobiernos nacionales frente al desinterés hacia el concepto "Europa", con lo que se pone de manifiesto que cada vez estimula a menos votantes cualquier cita con las urnas en el ámbito europeo. Como apunta Ash, los ciudadanos votan no votando. Y eso sin entrar a valorar el papel de los euroescépticos británicos.
A escasas semanas del siete de junio, más de un 60% de los ciudadanos que tiene derecho a votar no tiene ni puñetera idea de que haya alguna cita electoral a la vista y según el Eurobarómetro tan sólo un 28% tiene previsto depositar su voto.
En España, mucho se ha estado hablando sobre las diversas teorías en cuanto a los posibles cementerios de elefantes o prejubilaciones políticas de lujo que al parecer son las elecciones europeas.
Y como hasta ahora he hablado de señoras, seguiré con ellas. Si tenemos en cuenta que decir que candidatas como Pilar del Castillo reúnen muchas más y contundentes condiciones necesarias para ser una excelente europarlamentaria que las que –es de suponer– deberían ser requeridas, no es noticia –entre otras cosas por su evidencia–, me referiré tan sólo a otra. A otra que echaremos de menos en la escena nacional, no sé si España y nuestras carreteras lo harán, pero una servidora, denlo por hecho.
En una de sus últimas apariciones públicas, radiante y de rojo pasión, la ex ministra de Fomento, tras circular por la red carpet malagueña para asistir al Festival de Cine de su ciudad, se desmelenó diciendo que había sido objeto de deseo de la oposición.
Y yo lo único que le pido a Madalena Álvarez, ya que nos abandona para irse a ocupar un escaño europeo es que no se deje influir por los presuntos elefantitos y no se convierta en una de ellos, porque una servidora no sé que va hacer sin ella tanto tiempo. Maleni, por favor, desmonta todas las teorías y diviértenos, que falta nos hace y la imaginación con este sombrío panorama está en clara decadencia. Te necesito. Y no sabes cuánto.