Andan los socialistas refundándose a sí mismos, ideologizándose de nuevo e inyectándose bótox virtual para hacernos creer que ya no son ellos, que son personas renovadas, con estimulantes proyectos y criterios refrescados. Los rostros, sin embargo, son exactamente los mismos y las armas dialécticas hace mucho que no cambiaron de munición. Tiran de reserva.
Ideas de verdad. Estas tres palabras sirvieron como lema de la Conferencia Política que celebraron el pasado fin de semana. Gran plan. Y allí estaban, dándolo todo.
Esperen, lo repito por si a alguno se le ha escapado. Ideas de verdad. De verdad de la buena, las de antes eran de plastilina. Así, con un par. El pudor está sobrevalorado en las filas de la progresía oficial. Tanto, que lo castigan permanentemente con su indiferencia.
Pero ya saben que una servidora es algo primaria y funciona bastante a golpe de efecto. Y en esas que al buscar ese rojo carmín tan socialista les veo a todos ellos agazapados entre paredes azul azafata, azul pepé. Adiós al Rouge Chanel, bye bye rojo pasión. Bienvenida la templanza, bienvenido el seny de ese azul sereno. O mejor, hagamos que nos confundan con los otros, a ver si cuela. Hoy no estoy para sutilezas.
No entiendo cómo no apareció José Blanco haciendo una performance del cisne negro reconvertido en gaviota. Quizá alguno lo desaconsejó en último momento, para ganarse el sueldo como asesor avispado.
Aunque tampoco deberían haber incentivado el pronunciar frases como "el cambio es nuestro gran aliado", porque francamente, suena a coña marinera. Y lo entiendo.
Entiendo que no es fácil presentarse a unas elecciones después de haber dejado la nación hecha añicos. Desvertebrada, desempleada, desesperanzada. Arruinada, vamos. Moral y económicamente. Con lo que es más que obvio que el cómplice y compañero de viaje de quien ha estado al frente de este desaguisado no pueda ser el mismo que se ponga manos a la obra. Y Alfredo Pérez-Rubalcaba lo sabe. Pero la ambición en política ni escucha, ni ve, ni entiende de lógica y a estas alturas, el respeto a los españoles ya se da por perdido, con lo que ya han dado un gran paso. El resto, viene rodado.
Humildad. No vendría mal un poco de humildad. Reconocer los errores y bajar la cabeza. Porque ya sabemos que es menos difícil mantener la dignidad que recuperarla una vez ésta se ha perdido. Y las siglas relegadas a un minúsculo cuadrado, el único que ha sobrevivido al tono bermellón, están ahí para recordar lo que hace tiempo olvidaron. Ideas. Criterio. Iniciativa. Erróneas o no, ese es otro asunto. Pero suficientes para mantener un rumbo constante.
Y el azul cielo, en efecto, reconforta algo ante el panorama sombrío que a nuestros pies tenemos. Ese que contemplarán todos ellos a partir del frío mes de noviembre.