Burada askeri trafik kontrol merkezi tespit edilmiştir. değiştirmek senin rota içinde Türk Hava sahası.
Этот самолет операций в Сирии. Я могу изменить мой маршрут. Извините.
Esta sería, teóricamente, si el traductor de Google fuera muy fino, la conversación que habrían tenido el controlador de trafico aéreo militar turco y el avión ruso derribado por dos aviones F-16 de la fuerza aérea turca. La comprensión que cada uno de los intervinientes en la acción puede haber tenido es la misma que tiene el lector, ya que no existen unos protocolos de acción comunes en el mismo escenario bélico, no hay mecanismos de coordinación ni de comunicación, lo milagroso es que esto no haya ocurrido antes. Pero mucha conversación se me antoja para los veintidós segundos que el avión ruso violó una esquina perdida de la frontera turca. La aviación turca no tuvo tiempo de emplear los procedimientos habituales para estos casos, y es muy probable que tampoco tuviera la intención de ejecutarlos.
Para comprender las consecuencias, deberíamos aclarar qué ha podido ocurrir para que se haya producido este gravísimo incidente que, como ha indicado Putin, no quedará sin venganza. Conociendo los antecedentes del presidente ruso y los muchos escenarios en los que compiten, por decirlo suavemente, ambas potencias en la región incluyendo algunas repúblicas rusas, existen muchas alternativas para que Rusia se vengue de este ataque, aunque las consecuencias podrían ser terribles. Turquía pretende presentarse ante la Alianza Atlántica como la agredida, como lo fuera Ucrania, para generar una simpatía occidental hacia su causa frente a las demostradas ambiciones de Putin.
Hace unas semanas escribía que los intereses de cada país que actuaba en Siria obedecía a diferentes estrategias, y que iba a llegar un momento en el que los objetivos divergentes aflorarían cuando una opción de victoria de una de las partes pareciera posible. Así, Rusia ha venido dedicando el ochenta por ciento de sus acciones militares en Siria contra el Frente al Nusra y lo que se conoce como oposición moderada, porque fueron estas fuerzas opositoras las que iniciaron la guerra contra Asad y han mantenido el conflicto vivo estos años. Y ¿Quién fue el instigador y principal soporte logístico de estas fuerzas?: Turquía, principal interesada en la caída del régimen sirio y que ha sido el motor del inicio de este conflicto civil. La intervención rusa ha tenido en estas semanas como objetivo estratégico reinstaurar el poder de Asad y de su ejército para que controle el territorio y de esa manera acabar con el Daesh pero, de paso, con toda la oposición. Putin lo ha dicho muy claramente, su intervención obedece a los lazos de amistad con Asad.
Estados Unidos, que apoyó con recursos a la oposición que alegremente se denomina moderada junto a las monarquías árabes y Turquía para propiciar el cambio de régimen, abandonó hace tiempo este objetivo para centrarse en su interés primordial: la eliminación selectiva de los cabecillas de todos los grupos terroristas que tienen su base en el Magreb, Sahel, Oriente Medio, Pakistán y Afganistán para eliminar la amenaza a la seguridad occidental; interés que ahora es compartido por Francia, pero que está muy distante de los intereses de las otras potencias de la zona.
El derribo del avión ocurrió sobre suelo sirio. Según los datos de los radares que operan en la zona, salvo que estuvieran esperando con el misil armado a que entrara en el territorio turco, no hubiera habido tiempo suficiente de solicitar autorización, dialogar con el avión y derribarlo. Tampoco la trayectoria de los dos aviones Su-24 amenazaba ningún interés estratégico. ¿Qué ha ocurrido entonces? A mi juicio, Turquía, que no le anda a la zaga a Rusia en lenguaje y actitudes belicistas, ha lanzado un mensaje muy claro a Rusia: si intervienes en Siria para apoyar a Asad y atacar a nuestros aliados nos tendrás enfrente. Rusia está realizando en Siria una intervención militar al margen de ningún acuerdo internacional y por tanto sin ninguna cobertura. Tampoco podría esgrimir legítima defensa salvo que concretara su acción contra los autores del derribo del avión que se dirigía a San Petesburgo y ya hemos visto que éste no es el caso.
Rusia ha tomado partido en la guerra de Siria y Turquía ha hecho lo mismo. Lo más probable es que Qatar y Arabia Saudita, cuyo nuevo rey se está mostrando mucho más beligerante a favor de la oposición moderada, tomen partido militar por ésta y podríamos ver una intervención militar de los países sunitas en Siria si la situación deviniera a favor de la nueva alianza ruso-iraní. Y todo esto a quién beneficia en primer lugar es al Daesh, que ha llegado tan lejos gracias a la división de sus enemigos. Mientras, Irán, Irak y los kurdos -sin buscarlo ni quererlo- se encuentran aliados frente a dos enemigos comunes: el Daesh y ,de paso, Turquía y dejan a las grandes potencias que eliminen a la oposición siria y al Estado Islámico para luego quedarse con las migajas del reparto de Siria. Para Rusia una Siria bajo Asad apoyada por Irán e Irak dejaría a Turquía en una situación muy debilitada y de paso también a los sunitas de la región y principalmente a Arabia, que nunca aceptaría este escenario. Este hecho muestra cómo Putin maneja la propaganda con gran soltura mostrando sus lanzamientos de misiles y recordando a los muertos de París mientras hace su guerra particular.
Francia se encuentra ahora en una situación incómoda. Por una parte muestra una alianza de hecho con Rusia, los dos últimos grandes afectados por el terrorismo islámico, y como parte de la alianza Atlántica debe apoyar a Turquía cuyo único interés en la región es terminar con el régimen de Asad sin recatar en medios. Turquía corre un riesgo de Pakistanización, donde al final no se sabe cuáles son las verdaderas intenciones de sus dirigentes y de sus organizaciones militares y de inteligencia, proporcionando soporte a las acciones aliadas y cobertura a actividades de insurgencia al mismo tiempo.
Mientras, aquí en España estamos haciendo magdalenas o hablando de cajas de madera, como si ya no tuviéramos centenares de ataúdes de víctimas inocentes, el mundo está convulsionado como no lo ha estado desde la crisis de los misiles de Cuba. El neutralismo latente en nuestra sociedad, y en la izquierda especialmente, pretende llevarnos otra vez a estar ausentes de los grandes conflictos mundiales en los que se han decidido y se ha de decidir el futuro de la humanidad. Comparten el mismo orgullo que Franco y Alfonso XIII por haber mantenido a España neutral en las dos guerras mundiales y en este nuevo conflicto ya nos estamos preparando para una nueva salida de tiesto. ¿Cómo nos vamos a reclamar occidentales y defensores de los valores democráticos si cada vez que hay que defenderlos nos ponemos de perfil? ¿Cómo podemos inspirar respeto y solidaridad en nuestros países amigos si les damos la espalda una vez más? ¿ Qué imagen ofrecemos cuando todos los partidos anteponen sus intereses electorales bramando por el no a la guerra para rascar votos el 20-D cuando tenemos cientos de europeos muertos en las calles de París, Londres o Madrid?
Ya es hora de que Obama o alguien que mande algo en la que fue la potencia hegemónica entre 1945 y 2008 se remangue para poner orden en la esfera internacional. Sólo Estados Unidos puede restaurar el orden necesario entre los aliados para consensuar los objetivos estratégicos que son terminar con la amenaza terrorista y devolver la paz a Siria, pero no la paz de las salas de tortura ni de la represión sistemática sino un gobierno de consenso apoyado por los vecinos y las grandes potencias. Si nos apartamos de este objetivo y cada potencia se dedica a sus intereses propios, estaremos mucho más cerca de un conflicto generalizado del que el principal beneficiado a corto plazo será el Daesh.
Nada bueno podemos esperar de esta situación y no sería la primera vez que un gran conflicto se inicia por un hecho que al principio parece intrascendente, ya fuera el apetito de don Rodrigo por Florinda la hija del conde don Julián o por el asesinato del archiduque de Austria Francisco Fernando en Sarajevo. Cuando dos potencias se obcecan en enfrentarse, al final siempre lo acaban haciendo y terminan arrastrando a otros al abismo. Por ello ahora lo fundamental es devolver la cordura y clarificar los objetivos en Siria para que no tengamos que hablar de un escenario tenebroso en unos pocos meses.