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Enrique Navarro

¿Ha muerto España y usted no se ha enterado?

Olvídese de todo lo que aprendió, es "fake". La historia de España nace hoy gracias a la tesis del excelso catedrático de nacionalidades Pedro Sánchez Castejón

Olvídese de todo lo que aprendió, es "fake". La historia de España nace hoy gracias a la tesis del excelso catedrático de nacionalidades Pedro Sánchez Castejón
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE | EFE

Usted quizás se creyó durante un tiempo que era español. Seguramente usted es producto de la partidista e interesada educación franquista y se creyó que España descubrió América y la evangelizó. No es cierto; fue un catalán, o gallego o mallorquín o andaluz, que existen tesis científicas que avalan todas estas opciones del origen de Colón; otra patraña inventada por la mafia italiana para obtener suculentas rentas de América, es la afirmación de que era genovés, totalmente falso. Lo mismo le dijeron que España creó un gran Imperio; pero no es cierto era un tipo nacido en Gante el que gobernaba el imperio con lo que España era realmente una provincia flamenca, para regocijo de la lideresa andaluza. Los únicos patriotas de la época fueron los Comuneros que defendieron el nacionalismo castellano diferenciado del leonés y del asturiano frente al invasor.

Esta educación que nos vendieron como buena niega realidades como puños. Blas De Lezo ganó a los británicos bajo la ikurriña y el pirata italiano Roger de Lauria era un nacionalista que conquistó el Mediterráneo llevando la estelada. De todos es conocido que fueron dos nacionalistas extremeños los que conquistaron medio continente americano. El hecho más evidente es que en México las tres casas de extranjeros más numerosas son la asturiana, la gallega y la española.

Lo mismo ustedes leyeron los episodios nacionales de Galdós; pero esas épicas batallas no fueron ganadas por españoles sino por bandas de nacionalistas que una vez liberaron su territorio se olvidaron de liberar al del vecino. Como si en Gerona sólo hubiera habido catalanes y en Bailén andaluces o en San Marcial vascos de Guipúzcoa, porque no iban a ser vizcaínos los que liberasen a los 'gipuchis' de los franceses.

Seguramente le explicaron de forma errónea que las guerras carlistas fueron una larga lista de conflictos sucesorios entre los que defendían el absolutismo y el liberalismo; pero ahora por fin hemos descubierto que eran guerras de independencia de las regiones, y por eso Cabrera y Zumalacárregui lucharon en tantas regiones diferentes, como mercenarios. Una guerra de liberación nacional que terminó con un golpe de estado españolista, aniquilando los sentimientos nacionalistas únicos de las regiones de la Península Ibérica, muy diferentes del resto de europeos, gentes incapaces de reconocer su identidad al contrario que catalanes, vascos o gallegos nacionalistas, unos auténticos patriotas.

Ese capítulo ahora tan cacareado del 11 de septiembre, es vendido como la ocupación de Cataluña por España, como si Cataluña no hubiera sido parte de España desde trescientos años antes; nos dijeron que se pretendía acabar con sus derechos catalanes; como si hubiera existido alguna vez una entidad catalana o vasca; de hecho, cabe recordar que muy importantes plazas de esa entidad inexistente llamada Cataluña en el siglo XVIII se pusieron del lado de los borbones. Incluso pretenden vender como victorias lo que fueron rendiciones, y se olvidan de que lejos de ser una revuelta popular que anhelaba el orden de los Borbones, fue una lucha de los jefecillos y señores locales que deseaban mantener sus privilegios y que se vendieron, una vez más, a quien más se los garantizaba.

En definitiva, olvídese de todo lo que aprendió, es "fake", porque la historia de España nace hoy gracias a la tesis del excelso catedrático de nacionalidades Pedro Sánchez Castejón. Como si fuera el capo de los illuminati, ha venido a ilustrarnos sobre una realidad que desconocíamos. Y si nos vamos a épocas más recientes, ni se le ocurra mentar que Macià y Companys no fueron fieles servidores de la República española, su legítimo alzamiento fue sofocado a sangre y fuego, más lo segundo que lo primero por las fuerzas represoras españolistas; por cierto, las que se opusieron a Franco en Cataluña tres años después poniéndose del lado de la legalidad. Es falso que esa rebelión independentista tuviera las mismas aspiraciones nacionalistas de los amigos del Eje, fue la expresión democrática de un pueblo sojuzgado por la democracia española.

No voy a gastar tiempo en justificar los nacionalismos llamados históricos, porque son de sobra conocidos, y permítanme la licencia de incluir a Andalucía, que tiene unas características nacionales indudables al menos de la misma entidad que las de Cataluña. Una lengua propia, a veces he de decir que me cuesta entender más a un malagueño que a un catalán o gallego hablando su lengua. Un folklore propio; donde unos hacen castellets y bailan sardanas, los otros bailan sevillanas y tienen el rebujito. Y, por supuesto, Andalucía estuvo muchos menos años bajo la corona de Castilla o Aragón que Cataluña. O sea que derechos nacionales no se le pueden negar.

Pero, he de corregir al docto Sánchez Castejón y a sus acólitos nacionalistas. No puede reducir al absurdo lo que es una realidad plurinacionalidad evidente.

Negar que Valencia es una nación es otro error histórico. Primero, porque durante algún tiempo fue reino y tiene un idioma propio claramente diferenciado; también tienen las Fallas que poco o nada tienen que ver con las fiestas populares catalanas, una prueba más de su carácter diferenciado. La existencia de una fuerte corriente nacionalista con presencia en el gobierno de la Comunidad así lo atestigua; en definitiva, no podemos excluir a Valencia como nación; incluso no como república lo que supondría negar su identidad, sino como reino lo que convertiría al presidente de la Comunidad en Ximo I.

Canarias también es claramente una nación, no solo por la insularidad; sino porque se permitió tener hasta un grupo terrorista de liberación nacional liderado por Antonio Cubillo. Imbuido de este carácter marítimo, el nacionalismo canario nace en Venezuela y en Cuba. El partido nacionalista de Canarias se creó en la Habana, seguramente a consecuencia de la represión que sufrían en España; lo que marcó el principio del intervencionismo cubano en África que tanto daño causara un siglo después.

De hecho, su actual presidente representa a un partido nacionalista y recibió más de un tercio de los votos. Aunque debemos admitir que no es una unidad tan uniforme al existir un partido de independientes de Lanzarote. Algunos intentos en la Gomera de desarrollar un concepto de nación propio basado en la peculiaridad del silbo gomero, fracasaron ante el españolismo asfixiante que impera en las islas, por el cual tienen que sufrir que millones de extranjeros viajen a pasar sus vacaciones a las islas en un claro intento de Madrid de terminar con la identidad canaria.

Aragón sí tiene evidentes argumentos para ser una nación. Fue reino, con leyes y lengua propias y claramente diferenciado en el carácter y costumbres de sus vecinos. De hecho, la jota no se canta ni baila en Cataluña ni en Castilla; aunque hemos de admitir que siempre ha existido una ambición aragonesa sobre Navarra y la mayor evidencia de ello es la jota navarra; una imposición foránea al reino de Navarra para unos o a Euzkadi para otros inadmisible. Con partidos nacionalistas como la Chunta con un fuerte peso político, negar el carácter nacional a Aragón constituye un insulto inadmisible y el derecho a decidir tendría un lógico sentido histórico, aunque tengan algunos enfrentamientos con Cataluña que podría conducirles a una guerra ibérica en un futuro cercano ante las razias catalanas expoliando los tesoros de Aragón.

Por no irnos muy lejos de la zona, Navarra es claramente un caso de nación histórica. Fue el último reino en incorporarse a la corona de España. Para unos es parte de Euskadi; que vuelvo a señalar que es una entidad sin historia; cuando lo único existente eran los territorios vascos y no existen antecedentes de que Navarra fuera un territorio vasco. Pero también existen los foralistas que defienden sus recursos propios, es decir que ellos se lo guisan y ellos se lo comen; es decir mucho más allá de la ambición del Príncipe Puigdemont, título que le otorga la legitimidad histórica

En el Valle de Arán existe obviamente una reivindicación nacionalista muy antigua, busquen en google maps para comprender la realidad territorial de este valle; pero no lo pueden minusvalorar, es tan grande como San Marino. Su ambición, mantener su realidad nacional frente al imperialismo catalán, una lucha centenaria de dudoso final ya que el autoungido presidente de la republica nacional de Cataluña no esconde sus ambiciones imperialistas sobre la franja de Poniente, Valle de Arán, sur de Francia y territorios valencianos y balear. Habríamos de esperar que después de una rápida ocupación gracias al ejército catalán liderado por la general Anna Gabriel, Carles Puigdemont fuera entronizado como el nuevo emperador de los territorios catalanes, sin desdeñar sus ambiciones en Sicilia y sur de Italia donde también tienen elementos comunes como las comisiones del 3%, un factor de unidad como pocos. Para los que no conocen nuestra realidad como el docto e ilustrado Sánchez Castejón nos ha aclarado, existe hasta un Consejo General del Valle de Arán que aprobó su estatuto de autonomía por unanimidad en 2009. El Valle de Arán cuenta con un himno titulado Montanhes araneses y bandera propia basada en la de la Occitania; actualmente Francia.

¡Qué decir del nacionalismo asturiano¡, también llamado en su lengua propia, rexonalismu, que tiene una presencia en las instituciones y reúne características propias nacionales como la lengua, el bable, la sidra y sobre todo ser el germen de los reinos hispánicos, lo que hace innegable su carácter nacional y su derecho a decidir por encima de cualquier otra entidad de la piel de toro.

Sus vecinos de Cantabria, tampoco le andan a la zaga, y de hecho tienen a un presidente regionalista; que es la acepción suave de los nacionalistas en estos lares. De hecho, existió un partido nacionalista de Cantabria y ahora un Conceju Nacionaliegu Cantabrú, en su idioma propio. Los habitantes de Altamira con sus pinturas rupestres acreditan que el concepto de nación cántabra está más arraigado históricamente que el catalán o el vasco.

Murcia (¡qué bonica eres!), aquel lema turístico esconde una tremenda realidad plurinacional. Durante la revolución cantonal de 1873 se proclamó el Cantón murciano acompañado por el Cantón de Cartagena, cuya revuelta debió ser sofocada a golpe de artillería por la Armada de esa entidad que ya sabemos inexistente llamada España. El panocho, así como otros elementos singulares convierten a la región murciana en una nación de naciones, sin que se le pueda negar a ambas realidades su derecho a decidir. En cuanto a su lengua, nada como recordar al insigne poeta Vicente Medina con su magna obra Aires murcianos de 1898 que es la obra maestra del dialecto murciano.

Balares, esas islas en medio del Mediterráneo, a las que los movimientos telúricos ubicaron cerca de la península ibérica es otro ejemplo de realidad nacional o casi diría plurinacional. Los partidos nacionalistas han estado presentes muchos años en el gobierno de las islas y reclaman una entidad propia y diferente de Valencia y Cataluña. A fin de cuentas, Menorca fue británica durante más años que Cataluña independiente. En la actualidad existen diferentes comunidades nacionales que reclamarán en el futuro sus carácter propio y diferente, como la nacionalidad alemana en Pollensa o la británica en Magalluf que pronto tendrán su propia representación política, como no podía ser de otra manera.

Y qué decir de la Rioja; tierra singular con una denominación vitivinícola única en el mundo. La Rioja ya redactó en el siglo XIX la Constitución Republicana Federal del estado riojano, reivindicándose como una entidad nacional. No podemos en este punto obviar el regionalismo alavés, claramente sojuzgado por el imperialismo vasco y que reclama su autenticidad como Rioja alavesa, apostando por la confederación de estados riojanos.

Pero incluso en los territorios históricos supuestamente españoles, no faltan movimientos nacionalistas; en Extremadura; en León el movimiento leonés, en Castilla el movimiento comunero; en definitiva, una amalgama de nacionalismos que hacen de Castilla león una entidad plurinacional con sólidos fundamentos históricos, al que debe añadirse el movimiento nacionalista berciano.

Usted se creerá que nada más español que la tierra de Don Quijote, pero se llevaría a engaño. En 1869 se firmó el pacto regional manchego contrario al expansionismo de Castilla la Vieja. Movimiento político que excluyó a Guadalajara del pacto, lo que le hubiera evitado al actual presidente de la región tener que enfrentarse al alcalde de Azuqueca que no podría arrogarse el carácter de nacional de la Mancha, debiendo buscar su acomodo en otra realidad nacional o bien reclamar una propia. Pocas regiones tienen un libro tan famoso como Viaje a la Alcarria, y una flor como la Lavanda que deja a los tulipanes holandeses en algo artificial; por lo que no sería desechable una realidad nacional en Guadalajara. ¿Don Quijote? un explotador sojuzgando al podemita Sancho Panza, y que acabó emigrando a Barcelona, con suficiente astucia para regresar a la Mancha ante lo que él ya veía venir.

No quisiera terminar este excurso de las tesis de Pedro Sánchez sin hablar de la realidad plurinacional andaluza, que incluye al orientalismo o regionalismo de Andalucía Oriental; al regionalismo malagueño que cuenta con varias asociaciones que propugnan la salida de Málaga de Andalucía y el provincialismo del Campo de Gibraltar que reclama su escisión de Cádiz.

Y por último tenemos a Patones en la sierra de Madrid, que cuenta con su gran historia "el milenario reino de Patones" y que mantuvo una guerra llamada "de los pinos" contra España, en el siglo XIX, que seguro que tendría que ver con tan significativo activo nacional.

Esos incultos latinoamericanos que miran a España con emoción y cariño, más valen que vayan leyendo a catedrático Sánchez. Nada más tendencioso y falso que esa canción utópica, Suspiros de España que compuso Antonio Alvárez Alonso, ese marteño fascista. Todos están equivocados; España ha muerto; nunca existió; como mucho España es el barrio de Salamanca y Chamberí. Curioso que los partidos de izquierdas para reivindicar su lucha por la igualdad, pusieran el adjetivo de español en sus siglas; porque España representaba los ideales de justicia e igualdad; obviamente valores trasnochados en esta nueva entidad multinacional. Usted que lee este artículo no es español ni yo lo estoy escribiendo en español sino en madrileño, una lengua opresora como pocas; ante sus seguras dudas debe preguntar al docto sabio cuál su nacionalidad, que seguramente desconoce. Pero a todos estos sabios de carnet; ilustrados analfabetos; arribistas de poder que niegan que España existe y que no entienden que la diversidad enriquece, yo les digo: ¡Y unos cojones! ¡Viva España!

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