Con independencia de lo que convenga a España, que es cosa más que discutible, el caso es que en la votación de este jueves y por un solo voto, el PSOE ha ganado y el PP ha perdido. ¿Tongo? Es verdad que el PP ya no controla el voto de UPN y que éste ha podido venderlo por vaya usted a saber qué o cuánto. Tampoco cabe duda de que a CiU no le interesa que la grave crisis que se avecina se adelante y dé lugar a que se forme un Gobierno de coalición resuelto a embridar el desmadre autonómico. Y tampoco le conviene que se adelanten las elecciones tanto como para coincidir con las catalanas de este otoño, porque la abstención que padecen sus autonómicas es sobre todo de votantes socialistas que en las generales sí acuden a las urnas. Si forzaran tal coincidencia, quien sólo vota al PSOE en las generales podría verse tentado de hacerlo también en la urna de al lado, la de las regionales. Por eso propone Durán i Lleida que se adelanten a dentro de un año. Pero, ¿por qué se abstiene Coalición Canaria si gobierna su región en coalición con el PP?
Rajoy no podía permitirse que Zapatero perdiera la votación de este jueves. De haber sucedido, le habrían llovido críticas de todo el mundo, sobre todo de Francia y Alemania, gobernados por partidos afines al PP. Por otro lado, la crisis política desencadenada por la derrota del Decreto-Ley podría haber desembocado en un gobierno de coalición preñado de vacas sagradas, lo que hubiera podido devolver al Gobierno a un Rato, o peor, a un Aznar muy capaces ambos de quedarse a vivir en la Moncloa para una larga temporada. Tampoco le convenía obligar al PSOE a sustituir al presidente por uno que, menos desgastado, fuera más difícil de derrotar. Rajoy necesita que Zapatero todavía respire cuando se celebren las próximas elecciones porque es el único contra quien se siente seguro de vencer.
Entonces ¿por qué se ha arriesgado a que el PSOE perdiera ordenando a su grupo votar "no" al decreto? Rajoy ha criticado todas las medidas económicas del Gobierno, pero ha apoyado las que beneficiaban a amplios sectores del electorado, desde la rebaja de los 400 euros hasta el cheque bebé. También ordenó a sus presidentes autonómicos aceptar el reparto de 11.000 millones de euros regalados por Zapatero a las comunidades autónomas. Ahora, cuando el PSOE empieza a hacer lo que debe, aunque de forma incompleta, Rajoy ha querido aprovechar la oportunidad de ponerse del lado de los doce millones de votantes represaliados por el tijeretazo. Estaba seguro de que tal decisión no entrañaba riesgos de que el PSOE perdiera la votación porque contaba con la abstención de CiU y del PNV. Sin embargo, estando ya decidido a votar "no", va y viene el PNV y dice que ellos también se opondrán. Probablemente, Urkullu ha visto en la crisis que la derrota del PSOE desencadenaría la oportunidad de romper la alianza con el PP que permite a los socialistas gobernar en el País Vasco. Al verse que ya no bastaría la abstención de CiU, ha sido necesaria la de los dos diputados de Coalición Canaria para darle oxígeno a Zapatero. O sea, que quien salva al presidente del Gobierno es un partido nacionalista aliado del PP en el Gobierno de su región. Y lo hace por un voto. Tanta emoción no la hay ni en los combates de lucha libre. Ni tanta simulación.