Tienen gracia estos progres lilas de El País. Este domingo firma Pilar Bonet una crónica titulada La herida abierta de Katyn. La noticia es que la televisión rusa ha emitido la película de Wajda sobre la masacre. En el bosque de Katyn, los comunistas rusos asesinaron a 22.000 polacos. No fueron las únicas víctimas, pero el descubrimiento de las fosas comunes por los nazis durante su ofensiva contra la URSS convirtió al bosque en el símbolo de la represión comunista en Polonia.
¿Dónde está la gracia? Pues está, si es que en un asunto así puede haberla, en que la noticia no contiene ni una sola vez las palabras "izquierda", "comunismo", "comunista" o "marxista". Ni siquiera aparece el vocablo "leninismo". Para El País, la responsabilidad de la matanza recae exclusivamente en Stalin y en su régimen, al que llama naturalmente "estalinismo".
En ese periódico se hartan de tildar de fascista a todo quisque que no sea de su cuerda o que no les baile el agua, pero ¡ay amigo! si se trata de matanzas, de genocidios, de terrorismo de Estado o de cualquier otro crimen de los que, según ellos, sólo puede cometer la derecha, se niegan a aceptar que lo haya perpetrado un comunista o un régimen de izquierdas. Pero da la casualidad de que Stalin era un comunista, que dirigía un régimen también comunista en el que se asesinaron a millones de personas. El que ni a Cebrián ni a Bonet les guste reconocerlo no impide que sea precisamente así.
Pues bien, en el artículo se emplea hasta tres veces el adjetivo "estalinista" y dos más el sustantivo "estalinismo" como si fueran cosas que nada tienen que ver con el comunismo, con el marxismo y con la izquierda. Incluso para decir que los comunistas rechazaron tener nada que ver con el asunto hasta mucho después de la muerte de Stalin, se lee que fue la URSS la que negó su responsabilidad. ¿Y qué fue la URSS sino un régimen comunista?
Olvidan en ca’ Cebrián que, antes de llegar Stalin, Lenin asesinó a miles de rusos por el crimen de no someterse dócilmente al nuevo régimen bolchevique. Olvidan igualmente que Hungría y Checoslovaquia fueron invadidas por la URSS después de muerto Stalin. Y lo mismo puede decirse del levantamiento del muro de Berlín. Es probable que Stalin fuera más sanguinario que Lenin, Kruschev o Brézhnev, pero todos ellos encabezaron como dictadores un régimen comunista y, precisamente porque lo fue, se cometieron en él las atrocidades que se cometieron. Entre otras, la de Katyn.
Cebrián y su gente tratan de ser "comunisti aggiornati", que diría Andrea Camilleri, renegando de Stalin por no haber sido un buen comunista, como si el georgiano fuera una especie de aborto del marxismo-leninismo. Menos mal que está Ángel Viñas para explicarle que no hay comunista que sea del todo malo y que hasta el mismísimo Stalin tuvo sus motivos para hacer lo que hizo y que algunas cosas buenas tuvo. Por ejemplo, sin ir más lejos, venir a España desinteresadamente con sus armas y asesores a proteger del fascismo a la frágil democracia que en 1936 era la Segunda República Española. Lo mismo que luego hizo con mayor éxito en Lituania, Estonia, Letonia y Polonia por esas mismas fechas. Tendrá que venir Viñas a enseñarle a Cebrián y a Bonet a lamentar que España no acabara como ellos, bajo el comunismo, que eso es lo que fue el estalinismo.