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Emilio Campmany

Madrid 2020

Si las Olimpiadas dejan una púa de tropecientos millones de euros no será algo a lo que Gallardón y el propio Zapatero no estén acostumbrados. Ellos son los reyes del déficit, las vedettes del derroche, los maestros del agujero financiero.

Gallardón se ha llevado un disgusto más grande que un queso de bola. Los inspectores olímpicos van, vienen y dicen que Madrid es una sede de calidad sólo variable. Pase que a Chicago la califiquen de alta calidad, pues a fin de cuentas pertenece al imperio. Pase que a Tokio la valoren igual, pues ya se sabe que los japoneses lo hacen todo bien. Pero que nos haya mojado la oreja una ciudad como Río de Janeiro, cuajada de favelas en las que se trafica con todo, desde sexo a órganos, ha dejado al alcalde con un rictus que antes sólo le salía cuando tenía que saludar a Esperanza Aguirre. El jueves, esa sonrisa ladeada, con un ojo medio guiñado y el otro mirando de soslayo se le han quedado fijos, como si se le hubiera congelado el rostro durante un mohín de enojo.

¿Por qué tanto empeño en que Madrid sea sede olímpica? Se intentó en 2012, se perdió y qué le vamos a hacer, a otra cosa. ¿Por qué volver a intentarlo? En Madrid ya no queda una piedra en su sitio. Los madrileños envidiamos el Dresde de la posguerra. Las deudas nos sepultan, los impuestos nos agobian, las multas nos asaltan multiplicadas unas por otras, los Ministerios de Fomento e Interior nos tienen abandonados a nuestra suerte. ¿Qué más desgracias podían ocurrirnos? Que Gallardón se saliera con la suya y el COI atendiera a su capricho de organizar unos juegos. Como Dios aprieta, pero no ahoga, el Altísimo nos ha hecho la caridad de iluminar a los inspectores olímpicos para que desautoricen la candidatura de Madrid porque, entre otras cosas, no está clara la estructura organizativa. ¡Vaya una novedad! No tenemos clara la estructura organizativa del Estado, la vamos a tener de unos juegos que se celebrarán dentro de siete años.

Dice Gallardón que todos los inconvenientes que han encontrado los inspectores se pueden resolver rápidamente. Lo de la estructura organizativa no sé cómo porque, si finalmente se organizan unos juegos en Madrid, ahí tendrá que mojar todo el mundo, desde la Casa Real hasta el Gobierno central con todos sus ministerios, pasando por la Comunidad autónoma de Madrid y todas aquellas que sean sede de algún deporte, las cajas, los bancos, las empresas públicas y alguna ONG.

Dicen también los inspectores que la falta de claridad en la estructura organizativa podría producir futuros problemas financieros. ¡Han descubierto la pólvora! En España, estamos doctorados en problemas financieros provocados por deficientes estructuras organizativas. No hay cosa de la que sepamos más. Todo el país es un problema financiero causado por una confusa estructura organizativa. Pero ya deberían haberse enterado de que a nosotros eso no nos preocupa. "España no se rompe", que diría Antonio Hernández Mancha. Así que no sé por qué han de preocuparse ellos. Si las Olimpiadas dejan una púa de tropecientos millones de euros no será algo a lo que Gallardón y el propio Zapatero no estén acostumbrados. Ellos son los reyes del déficit, las vedettes del derroche, los maestros del agujero financiero. Cuando nos hundamos en una sima de deudas qué más va a darnos unos pocos miles de millones más o menos.

Falta un mes para que nos digan nanay a lo de 2016. Como gastar es nuestro sino, ya verán como a la semana se le habrá pasado el berrinche a Gallardón y se aparecerá a los medios para anunciar la candidatura de Madrid 2020. Donde irá el buey que no are.

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