Hay que ver qué injusta es esta vida. Pocos habrá que se hayan mostrado más comprensivos, tolerantes y benévolos con los movimientos callejeros de extrema izquierda que Alfredo Pérez Rubalcaba. Baste recordar el montón de semanas que el 15-M estuvo acampado en la Puerta del Sol. ¿Y quién era ministro del Interior por entonces? Freddy lo era. ¿Y cómo se lo agradecen? Reventándole una conferencia en la Universidad de Granada, que hay que tener mala sangre y ser muy malaje para ir a reventarle nada a quien más ha hecho por ellos. Que lo hagan con Rosa Díez o María San Gil no es que sea más comprensible, es que es lo suyo. A ver qué tienen que decir esas dos que valga la pena ser escuchado. En el caso de que cualquiera de ellas se propusiera, como alguna vez han osado, largar un espiche, el mejor servicio que puede hacer un buen izquierdista es ir a reventarlo. No digamos en el caso de Aznar. Entonces estaría justificada hasta la agresión física, que ya dice Llamazares, luminaria del nuevo marxismo-leninismo, que no hay terrorismo de izquierdas.
Pero que se lo hagan a Rubalcaba, eso no tiene nombre. Qué enorme decepción se habrán llevado los que ilusionados acudieron sedientos a beber de la sabiduría de esa gran cabeza política, que diría Felipe González. Qué horrible sanción la de ser privado de que nos ilumine acerca de la apasionante relación entre la química y la política, que de eso fue Rubalcaba a hablar a Granada. Podían los reventadores haber sido de extrema derecha, que ya se sabe que la derecha es enemiga de la cultura y del saber. Podían haber sido estudiantes ultracatólicos, que abominan de la ciencia porque pone foco a lo absurdo de sus creencias. Podían haber sido obreros tontos de los cojones que votan al PP. Pero no. Eran alados representantes de la extrema izquierda, adalides de la buena nueva, que el capitalismo está acabado y dejará al fin de matar. ¿Y cómo se les ocurre a estos descarriados agredir de esta forma a quien más ha hecho y podría hacer por ellos y sus ideas? Es incomprensible, especialmente ahora que, gracias a su impulso, el PSOE va a ser más rojo, más verde y más morado. ¿Qué más quieren?
Me parece a mí que, una vez ocupado el centroizquierda por el PP y desplazado el PSOE hacia la extrema izquierda, alguien está pensando que Freddy no es ya el adecuado para dirigir el futuro frente popular que soñara Zapatero. Porque no vaya a ser que, como sospecha José García Domínguez, el plan de Freddy no sea ese frente popular, sino la gran coalición con el PP. Mientras, Rubalcaba habla de lo irrenunciable que es su libertad de expresión precisamente el día en que ha renunciado a ella porque quienes lo han callado son de su cuerda y defienden por tanto una causa justa. Con estos mimbres se supone que tenemos que construir una democracia. No arriendo la ganancia.