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Emilio Campmany

Esperanza Aguirre 2012

Rajoy no parece capaz de vencer a Zapatero ni de hacer lo que hay que hacer en el caso improbable de que gane. El candidato del PP tiene que ser otro. Y ese otro sólo puede ser Gallardón o Aguirre.

Rajoy ha conseguido electrocutar a Camps, anestesiar a Feijóo, adocenar a Mayor Oreja y silenciar a Rato. Pero no ha conseguido librarse de Esperanza Aguirre ni liquidar a Gallardón. Hoy, el gallego es tan débil que ha decidido aliarse con el alcalde para ver si acaba con la presidenta, sin darse cuenta de que uno u otra terminarán por descabalgarle. Probablemente, lo hará quien gane Caja Madrid.

Si la situación económica fuera otra, Rajoy podría apañárselas para llegar a 2012. Sin embargo, la sima presupuestaria no da margen para una tercera oportunidad. Mucho más cuando lo más probable es que la desperdicie. El país necesita un ajuste de caballo, cuanto antes mejor. Hace falta un presidente y un ministro de Economía que tomen las terribles medidas que hay que adoptar a más tardar, en 2012. Zapatero no lo hará. Y Rajoy no parece capaz de vencerle ni de hacer lo que hay que hacer en el caso improbable de que gane. El candidato del PP tiene que ser otro. Y ese otro sólo puede ser Gallardón o Aguirre.

Como la economía es la que marca la agenda, tanto Gallardón como Aguirre necesitan formar tándem con alguien que ofrezca solvencia. El alcalde buscará la alianza con el ex-presidente del FMI. Es obvio que un tándem Gallardón-Rato es muy superior al de Rajoy-Montoro. La correosa presidenta de la Comunidad de Madrid puede acercarse al ex presidente de Endesa. Y es indudable que un ticket Aguirre-Pizarro sería electoralmente casi tan fuerte como el de Gallardón-Rato y, desde luego, igualmente superior al de Rajoy-Montoro. Ocurre, sin embargo, que, mientras es fácil que Aguirre y Pizarro lleguen a un acuerdo, no lo es tanto que Gallardón y Rato lo hagan. Si éste cae en la tentación de jugar sus propias cartas, Aguirre y Pizarro, bien compenetrados, pueden ganar la partida, siempre que la presidenta de la Comunidad de Madrid no salga completamente derrotada de la batalla por Caja Madrid.

El caso es que, más allá de sindicalistas liberados, actores subvencionados y paniaguados diversos, la gran mayoría de los españoles saben que tienen que apretarse el cinturón. Pero no votarán a nadie que no ofrezca garantías de hacerlo con solvencia. Para eso valen por igual Rato y Pizarro. Y, si es verdad que Rato es más conocido, no lo es menos que un aliado como Gallardón, imagen misma del despilfarro, no puede entusiasmarle. De forma que, si Aguirre no se quema en Caja Madrid, el ex-presidente del FMI puede decidir unirse a ella y formar un tándem claramente ganador, más sólido del que formaría con Pizarro.

Y ahora que las apuestas están tan altas, Esperanza Aguirre, además de tener a su lado solventes economistas, debería preocuparse de liquidar a sus propios cobos, léase Ignacio González y Francisco Granados, por muy leales que hayan sido. Es el momento perfecto para explicar que lo segundo peor de Gallardón como presidente de Gobierno es que Manuel Cobo sería vicepresidente primero y ministro de la Presidencia. Y para que esa acusación no pueda ser contestada, es necesario que su Gobierno en la Comunidad de Madrid sea un hervidero de primeros espadas. Ella sola no vencerá a Gallardón. Un Rato o un Pizarro son indispensables. Pero lo que le garantizaría la victoria sería copar su Gobierno con grandes nombres, que en el PP, los hay.

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