Manuela Carmena no se hizo juez por vocación. Empezó a preparar las oposiciones porque así se lo ordenó el PCE cuando ya llevaba un montón de años ejerciendo de abogada laboralista. Aprobó a punto de cumplir los 37. La alcaldesa de Madrid es la prueba viviente de que, desde los tiempos de la Transición, el PCE se esforzó por tener elementos afines en el seno del Tercer Poder. ¿Cuántos comunistas recibieron la misma orden y cuántos obtuvieron plaza? Supongo que rastreando los archivos del PCE será posible hacerse una idea, pero no es la cantidad lo que interesa destacar, sino la actitud. Los socialistas prefirieron captar a los que ya habían aprobado en vez de ponerse a estudiar. Como no atrajeron a tantos como hubieran querido, reformaron la Ley Orgánica del Poder Judicial para que éste dejara de ser independiente y estuviera sometido al Poder Ejecutivo. Y de remate se inventaron la manera de nombrar jueces sin necesidad de hacer la oposición no fuera a ser que a un socialista se le licuaran las meninges de tanto estudiar.
La solución socialista era mucho más eficaz, y menos penosa, que la de los comunistas. Pero tenía un inconveniente. Si perdían el control del Poder Ejecutivo, perderían también el del Poder Judicial. Claro, que no estaba en los planes de Felipe dejar de ser presidente del Gobierno nunca, de forma que el riesgo era mínimo. Contra todo pronóstico, y debido al rosario de escándalos del Gobierno del PSOE, después de superar un intento de asesinato, Aznar logró desbancar al PSOE. Aunque ganó las elecciones gracias, entre otras cosas, a su promesa de devolver al Poder Judicial su independencia, cuando probó lo agradable que era manejar desde el Poder Ejecutivo al Judicial, se desdijo y disfrutó de los resortes creados y lubricados por Felipe González.
Cuando Zapatero llegó a La Moncloa sobre la onda expansiva de las bombas de Atocha, nadie esperaba de él que diera independencia a los jueces. Mucho menos estando la investigación del 11-M por medio y la necesidad de darle oxígeno a la ETA para poder negociar con ella y que su renuncia a las armas fuera fruto de la magnanimidad de Zapatero y no de la obstinación de Aznar. Luego, Rajoy hizo la misma promesa que Aznar para ganar las elecciones de 2011. E igualito que su mentor se desdijo inmediatamente de su promesa para poder él también dirigir a los jueces. Pero es tan incompetente que ni siquiera con los muchos instrumentos heredados de sus antecesores es capaz de impedir que los jueces y fiscales politizados que hay, muchos de ellos de izquierdas y situados en puestos clave, se le suban una y otra vez a las barbas. Y eso sin contar con los amigos, que han dejado de obedecer. ¿No quería politización de la Justicia? Pues ahí tiene tres tazas que apurar, una detrás de otra: Bárcenas, testificar en la Gürtel y la dimisión de Moix. Ni para ser malo vale.