En El País ya no saben qué hacer para defender a Garzón. Lo último que han publicado es un artículo de un abogado comunista para quien el principio iura novit curia, que significa que se presume que los jueces conocen las leyes, es una antigualla. Como no le basta con ese disparate, viene a explicar lo obvio, que de lo que se trata no es de si Garzón se conoce o no las leyes, sino si a sabiendas ha dejado de aplicarlas cuando debía hacerlo (lo explica peor, pero eso es lo que viene a decir). Y de esa obviedad deduce que es procedente admitir a trámite el testimonio de prestigiosos juristas extranjeros que le expliquen al Supremo cómo deben interpretarse hoy las leyes españolas y demostrar así que lo correcto es hacerlo en la forma progresista en la que lo hace Garzón. Total, que como el jienense es muy moderno y muy progre no puede incurrir en prevaricación si aplica la Ley de Amnistía del 77 sólo a los de izquierdas, que bastante tuvieron con perder la Guerra, y decide que no debe alcanzar a los de derechas, que para eso la ganaron y son muy fachas. ¿Que resulta que ya están muertos? Tal detalle no debiera ser un obstáculo para aplicar una Justicia verdaderamente progresista.
Para partirse de risa no hay nada como ver a un leguleyo de izquierdas defender lo indefendible. Son testarudos como mulas, imperturbables ante la lógica e impermeables a la razón. En fin, con su pan se lo coman.
Más allá del debate jurídico acerca de si Garzón debe o no ser procesado por prevaricación a la vista de que aplica las leyes según le peta, está la relevancia política de que el Consejo General del Poder Judicial acuerde finalmente su suspensión tal y como procede. Eso significará que el caso Faisán, que se solaza, como le gusta decir a Bono, en los brazos de Morfeo desde que Garzón lo retomó, se reactivará. Parece ser que el sumario no volverá a Grande Marlaska, que es quien le dio el impulso necesario para que se pudiera perseguir un gravísimo delito de colaboración con organización terrorista, sino a Pedraz, del que muchos dicen pertenece a la misma escuela que Garzón.
Aunque cayera en manos de Pedraz, el ser éste de la misma escuela de Garzón no significa tener que actuar igual que él en el caso Faisán. Es obvio que avanzar en él perjudicará a Rubalcaba (es por eso y sólo por eso que El País se ha dejado tantos pelos en la gatera para defender al juez, por proteger a Rubalcaba). También parece que perjudica a los socialistas, pero esto no está tan claro. Rubalcaba es uno de los que en el PSOE aspira a suceder a Zapatero si, como todas las encuestas auguran, pierde las elecciones de 2012. Sin embargo, no podrá hacerlo si el caso Faisán acaba salpicándole, como es lo más probable que haga si la investigación, que Garzón tiene congelada, al fin avanza. Otros que aspiran igualmente a suceder al Maquiavelo de León pueden creer que no es tan mala cosa que el Faisán vuelva a volar si les ayuda a librarse de un competidor. Y ya digo, el que Pedraz sea de la escuela de Garzón no quiere decir que tenga que tener en el PSOE los mismos amigos que él. Incierto e inseguro se presenta el futuro de Rubalcaba.