España va a pedir a la Unión Europea el rescate. Eso no lo duda casi nadie. La cuestión es cuándo. La respuesta es muy fácil, cuando hayan pasado las elecciones gallegas. El Gobierno dice que no, que está retrasando la solicitud porque, en un ejercicio de responsabilidad, está examinando con meticulosidad las condiciones para luego decidir si lo pide o no. Muchos son los que, desde fuera, sostienen que no tendrá más remedio que solicitarlo antes, porque no llegamos al 21 de octubre. Nada que hacer. Si hay rescate, que ya digo que parece que lo habrá, será después de las elecciones. ¿Por qué? Porque lo dice Arriola. Y punto, que diría el fundador del partido.
El argumento del Gobierno es falaz. El rescate no puede ser bueno o malo según sus condiciones. Es siempre malo. De forma que, fueran cuales fueren esas condiciones, si podemos pasar sin él, deberíamos evitar pedirlo. Y si no tenemos más remedio que recurrir a él, el retrasar la solicitud sólo puede servir para que las exigencias sean cada vez más duras. Si están convencidos de que es necesario, lo mejor es instarlo cuanto antes. Y si creen que por ahora no lo es, no tiene sentido estudiar sus imposiciones, porque siempre es mejor no ser rescatado que serlo.
La cuestión es que los españoles entregamos el Gobierno al partido de Rajoy para que nos librara del rescate con una programa de liberalización de la economía que incluía una bajada de impuestos. Esa política no se ha aplicado, pero ello no es óbice para que el verse teniendo que pedir finalmente el dinero pueda ser interpretado como un grave fracaso, que muy bien debería conducir a la dimisión del presidente del Gobierno. Dimitir no va a hacerlo Rajoy ni harto de vino. Pero sí podría ocurrir, como ha debido de prever Arriola, que, solicitado el rescate antes del día 21, el PP perdiera la mayoría absoluta en las elecciones gallegas (las vascas están irremisiblemente perdidas). Esa derrota podría ser interpretada como una de las consecuencias del rescate, lo que la convertiría en un argumento más para la dimisión. Naturalmente, Rajoy no va a permitir que esa circunstancia se dé. De ahí que hasta pasado el domingo 21 no pueda de ninguna manera haber rescate. Eso no garantiza que el PP vaya a conservar la mayoría absoluta en la cámara autonómica, pero al menos nadie podrá asociar rescate y derrota.
Algunos dirán que el Gobierno no puede ser tan irresponsable como para hacer depender de Arriola las decisiones económicas. Ah, ¿no? Eso fue exactamente lo que hizo con los presupuestos de 2012, retrasarlos hasta después de las elecciones andaluzas. El acaudalado arúspice, por tanto, era ya ministro de Economía y Hacienda en marzo de 2012 y, que se sepa, todavía no ha sido cesado. En tales condiciones, lo mejor sería que fuera él quien se entrevistara con Christine Lagarde, Oli Rhen, Philipp Rösler y Wolgfang Schäuble. A lo mejor le hacen más caso.