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Elías Cohen

Pablo Iglesias, Israel y el doble rasero

Iglesias declaró que había que "acabar con la lógica de 'double standards'" en lo que al conflicto se refiere. Pero se olvidó de predicar con el ejemplo.

Iglesias declaró que había que "acabar con la lógica de 'double standards'" en lo que al conflicto se refiere. Pero se olvidó de predicar con el ejemplo.

En cuanto dio inicio la operación Margen Protector, el pasado 8 de julio, el partido-movimiento de extrema izquierda Podemos emprendió una carrera de descalificaciones y proclamas oportunistas que terminó con su líder, Pablo Iglesias, viajando a Israel para examinar, como observador internacional, las consecuencias de la referida operación militar sobre la Franja de Gaza.

Ya en Israel, Iglesias declaró que había que "acabar con la lógica de double standards" en lo que al conflicto se refiere. Pero se olvidó de predicar con el ejemplo.

Durante los 52 días de operación militar, Iglesias acusó a Israel de violar los derechos humanos y a la comunidad internacional de pasividad, y en el Parlamento Europeo los miembros de Podemos lucieron banderas palestinas con la leyenda End Occupation of Palestine! El 17 de julio salieron a la calle en solidaridad con la población de Gaza y pidieron al Gobierno español, entre otras cosas, el boicot a productos israelíes.

Todo apuntaba a que, como ha pasado en tantas otras ocasiones, el activismo por Palestina se desactivaría en cuanto la actualidad lo dictara, pero el pasado día 5 Pablo Iglesias aterrizó en Tel Aviv liderando una delegación de parlamentarios europeos de izquierdas de la que también formaban parte sus compañeras de partido Teresa Rodríguez y Lola Sánchez; Ángela Vallina, de Izquierda Plural; Iosu Juaristi, de Bildu; Martina Anderson, del Sinn Féin irlandés, y otros siete parlamentarios de Francia, Portugal y Chipre.

Junto a sus compañeros, Iglesias se reunió con organizaciones pacifistas israelíes y visitó el Muro de las Lamentaciones; incluso reconoció el derecho de Israel (del "nacionalismo sionista") a existir. No obstante, como era de esperar, Iglesias, al que no se le puede negar el don de la oportunidad, empezó a lanzar soflamas incendiarias contra Israel, que también alcanzaron al Gobierno español y a la Unión Europea. Algunas de ellas fueron demasiado lejos.

Haciendo uso de un planteamiento abyecto, Iglesias dijo que los demócratas no podemos ser equidistantes y que la resistencia palestina de Hamás en Gaza era comparable a la resistencia de los judíos del gueto de Varsovia contra el ejército nazi. Ya sabemos que el deporte favorito de todos los partidos e intelectuales de extrema izquierda es tachar a los judíos de victimistas por sacar a colación el Holocausto –"Estoy harto de pedir perdón", que decía Saramago– para luego, en cuanto el primer tanque es movilizado, acusar a los israelíes de nazis. Si esta afirmación tan grave tuviera lugar en una barra de bar con "lúmpenes de clase mucho menos inferior a la nuestra", que diría Iglesias, bueno, saldríamos por la puerta o, como hizo Christopher Hitchens en Beirut, nos jugaríamos el pellejo. Pero Iglesias, que presume de 14 matrículas, 2 carreras, 2masters y un doctorado, sabe perfectamente qué fue el Holocausto y quiénes fueron los judíos que combatieron durante un mes al ejército nazi bajo el liderazgo de Mordejai Anilevitz en el gueto de Varsovia. Equiparar esa resistencia con el lanzamiento de cohetes indiscriminados a ciudades israelíes, con el ajusticiamiento público de colaboracionistas; con disfrazar a niños de combatientes; con las leyes misóginas que impone Hamás en Gaza… Colocar, en fin, en un mismo plano a los luchadores de Mila 18 y a los islamistas de Hamás es una aberración y un escupitajo a todos los que perecieron bajo el yugo nazi. A todos y cada uno. Iglesias fue más allá incluso que Llamazares en 2003, cuando se negó a rendir homenaje a las víctimas del Holocausto argumentando que se hizo lo mismo con los soldados rusos que murieron en la guerra. Sólo en Europa sigue saliendo políticamente gratis vaciar de contenido la Shoá o pisotear la memoria de sus víctimas.

Otra de las declaraciones más sonadas de Iglesias fue la de que sentía vergüenza como español por que su Gobierno vaya a gastar 300 millones de euros en misiles Spike, de fabricación israelí. Huelga decir que el ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha sido el único canciller europeo en paralizar el comercio militar con Israel durante la operación Margen Protector. Pero, al margen de la coincidencia de afinidades del ultraizquierdista Iglesias con el derechista Margallo, el líder de Podemos vuelve aquí a hacer gala de eso que ha criticado, el uso de dobles raseros. Le avergüenza que su Gobierno comercie con Israel, pero ¿no le avergüenza el dinero que recibe del Gobierno iraní (Hispan TV es del Gobierno iraní, no de una empresa privada) por su programa de televisión Fort Apache? Como defensor de los derechos de los homosexuales, ¿no le produce repulsión aceptar dinero de los que cuelgan a homosexuales en grúas? Iglesias siempre ha dicho que él vende su programa a quien lo compra. Cuando hablamos de nuestra caja particular, todos somos capitalistas. Sería interesante saber qué pasaría si fuera un canal israelí, o norteamericano, el que le hiciera la oferta.

Iglesias acusó a España y a la Unión Europea de verter "lágrimas de cocodrilo" y de practicar la equidistancia ante lo que pasa en Gaza, y recalcó que su misión era denunciar el desastre humanitario y defender la justicia para con los palestinos, que es por donde tendría que canalizarse la paz. Si la comparación entre los combatientes del gueto de Varsovia y los de Hamás era abyecta, ésta es descaradamente hipócrita. Si tanto le preocupan a Iglesias el pueblo palestino y los desastres humanitarios, ¿por qué no fue a Siria cuando Asad mató a 2.072 palestinos en los campos de Yarmuk y Deraa el año pasado? ¿Por qué no ha mediado para que en Gaza cese la lucha entre las distintas facciones palestinas, que ha dejado más de 600 muertos desde 2006? Y, dejando Palestina al margen, ¿qué pasa con el Estado Islámico en Irak, con la guerra civil siria (que ya ha dejado más de 200.000 muertos, y aún estamos esperando que los de siempre digan algo al respecto), con el genocidio en Darfur?

Al fin y al cabo, Iglesias ha hecho lo contrario de lo que predica. Doble rasero es que sólo te importen los palestinos cuando los mata Israel. Doble rasero es que cierres los ojos ante otros desastres humanitarios y te des golpes en el pecho solamente cuando Israel está de por medio.

Como colofón, el Gobierno israelí les negó la entrada a Gaza y les sugirió que accedieran a través de Egipto. Los israelíes y sus dichosas posturas inamovibles. El Gobierno israelí dijo que sólo permite entrar en la Franja a personal humanitario y a delegaciones oficiales, y que la visita de Iglesias y compañía no ofrecía ninguna asistencia inmediata.

Verdaderamente fue una pena que no entraran en Gaza, seguramente se habrían reunido con miembros del Gobierno de Hamás. Nos quedamos con las ganas de ver al líder de un partido de izquierdas, militante comunista y defensor de la igualdad y la justicia social, dando la mano a miembros de un partido radical e islamista que está en la lista de organizaciones terroristas de la UE y de Estados Unidos desde 2003.

Tras el viaje, Iglesias se ha dedicado a pedir que la UE anule el acuerdo de asociación con Israel y que el Gobierno español decrete un boicot contra productos israelíes fabricados en los territorios palestinos. Asimismo, llevó a cabo un debate en su Fort Apache titulado "Apartheid en Gaza" en el que los tertulianos insistieron en llamar a Hamás "resistencia" –sin mencionar los cohetes que lanza sobre poblaciones israelíes–; uno de ellos, Teresa Aranguren, sentenció: "El problema de Oriente Medio no es Hamás, el problema de Oriente Próximo es Israel".

Lo que han hecho Iglesias y sus colegas de Podemos, de Izquierda Plural, de Bildu y del Sinn Féin en Israel es una pringosa maniobra de oportunismo político. Los palestinos son objeto de muchos dramas y desgracias, entre los que destaca el apoyo que reciben de políticos y líderes occidentales que sólo les utilizan como arma arrojadiza contra Israel. Este viaje no ha contribuido a la paz, ni a la convivencia ni al fin de las hostilidades; por el contrario, ha servido para que, con un evidente doble rasero, Iglesias y compañía, que duermen a pierna suelta ante crímenes, guerras y violaciones de los derechos humanos en donde Israel no está implicado, se hagan la foto y pasen por héroes humanitarios; eso sí, con la comodidad y seguridad que el Estado de Israel ofrece. Me da que no les veremos en Siria, Irak o el Congo.

© elmed.io

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