Sabíamos que los responsables de la mayor masacre terrorista de nuestro país tenían la esperanza de lograr con ella que los ciudadanos se revolvieran en las urnas contra el partido que hasta entonces ocupaba el gobierno de la nación. Ya sabíamos que, con ese mismo objetivo, el principal partido de la oposición acusó al gobierno del PP de mentir e, implícitamente, de responsabilizarlo de la masacre, por su política de apoyo a la intervención aliada en Irak. Teníamos también noticia de los elogios que autores del 11-M, como El Egipcio, habían dirigido a nuestro nuevo presidente por su orden de retirada en Irak. Sabemos, no obstante, que ahora España sigue estando amenazada por el terrorismo islámico, cuyas organizaciones, aunque sí hayan valorado el cambio de gobierno y la retirada de Irak, la consideran “insuficiente” para que nuestro país deje de estar en su diana.
Lo que no sabíamos, y no nos podemos creer que supiera el irresponsable dirigente político que ha llegado a ser presidente de nuestro país, son las informaciones que esta semana ha venido publicando El Mundo y que, ciertamente, suponen un “salto cualitativo” en las investigaciones entorno al 11-M.
¿Sabía Zapatero, en el momento de su comparecencia ante la Comisión de Investigación, que uno de los imputados en la masacre, Mouhannad Almallah Dabas, era militante del partido socialista desde mayo de 2004? ¿Sabía Zapatero que Almallah siguió recaudando fondos para los terroristas islámicos tras afiliarse al partido socialista, tal y como dice el auto del juez Del Olmo? ¿Sabía también Zapatero que otro miembro de su partido -el dirigente del PSOE asturiano, Fernando Huarte- visitó en la cárcel, antes y después del 11-M, al terrorista Abdelkrim Benesmail, lugarteniente de Lamari, otro de los imputados del 11-M? ¿Sabía Zapatero que este dirigente socialista era, a su vez, espía del CNI desde tiempos de Felipe González? ¿Sabía Zapatero si este miembro de su partido informó, antes o después del 11-M, de sus contactos con los terroristas islámicos a algún dirigente socialista, incluido él mismo?
Lo que parece evidente es que Zapatero debe aclarar si, en el momento de su comparecencia, conocía ya o no toda esta inquietante información que acaba de salir a la luz pública. Nos parece increíble que el presidente del gobierno pudiera estar entonces al tanto de todas estas informaciones, pero ¿debemos poner, entonces, en duda las propias palabras del presidente cuando aseguraba ante los comisionados que ya “conocía todo” lo relacionado con el 11-M? Si es así, ¿qué pretendía?, ¿ocultarlo?
Por supuesto que el terrorista que acaba de ser expulsado del PSOE, así como los responsables, presentes y pasados del CNI deben comparecer ante la Comisión. Pero el presidente del gobierno, también.
El miembro de Coalición Canaria y presidente de la Comisión del 11-M, Paulino Rivero, no debe consentir ni un minuto más hacerse cómplice de este bochornoso carpetazo con el que se quiere poner punto y final a la investigación parlamentaria de la mayor masacre terrorista perpetrada en Europa.
Zapatero, por su parte, podrá negar, con tanto talante como hipocresía, los rasgos intolerantes, machistas y liberticidas que anidan en el islamismo, como acaba de hacer en su visita a la Liga Árabe. Podrá hablar de democracia tanto como oculta el hecho de haber dejado en la estacada a cuantos están luchando por consolidar la transición democrática en Irak.
Lo que no va a poder sostener Zapatero ante la opinión pública es un negativa a que se aclaren los vínculos del PSOE con el 11-M. ¿O es que también forman parte de la “Alianza de Civilizaciones” de las que tanto nos habla?