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EDITORIAL

ZP no se queja de Rajoy; San Gil, sí

Lo que nos resulta descarado es la maniobra de Génova, con Rajoy a la cabeza, por aparentar que está haciendo todo lo posible para que San Gil se quede, pero que es la dirigente vasca la que, sin razón ni motivo alguno, tiene voluntad de marcharse

Parece que la campaña de luz de gas orquestada contra María San Gil adquiere ahora la forma de falsa filtración a los medios, tal y como la que ayer aseguraba, sin citar fuente alguna, que la dirigente vasca habría transmitido a Rajoy su decisión de abandonar tanto la presidencia como el grupo parlamentario del PP vasco en la breve reunión que ambos han mantenido este miércoles.

Vista la deriva ideológica que conlleva la oportunista y suicida estrategia de acercamiento a los nacionalistas, y dadas las arteras maniobras que está llevando a cabo la actual dirección del PP para ocultarla, es probable que la dirigente vasca termine, ciertamente, por marcharse. Sin embargo, según ha podido saber este diario, esa filtración ni procede ni ha sido confirmada por San Gil ni por nadie de su entorno.

Lo que nos resulta descarado, en cualquier caso, es la maniobra de Génova, con Rajoy a la cabeza y Alonso y Martínez Castro a su vera, de aparentar que está haciendo todo lo posible para que San Gil se quede, pero que es la dirigente vasca la que, sin razón ni motivo alguno, tiene voluntad de marcharse.

Por mucho que la dirección del PP diera el cambiazo a la ponencia política para hacer pasar como delirantes las "profundas discrepancias de criterio" manifestadas por San Gil, tanto la actuación de Rajoy antes y después de ese capítulo como la elección y el perfil de sus colaboradores dejan en evidencia la determinación de convertir "la oposición más fuerte que haya existido en las Cortes españolas desde 1977" en la más numerosa y suicida comparsa que haya tenido desde entonces un Gobierno.

Por si fuera poco elocuente el respaldo de los medios de Prisa a la nueva estrategia del PP, ahí están las declaraciones de este miércoles del propio Zapatero, en las que afirmaba que, "desde que se ha iniciado la legislatura", no tiene "quejas" que hacer a Rajoy respecto a la lucha contra el terrorismo.

Por mucho que todos nos felicitemos de las detenciones de etarras, ninguna "fase de confrontación" del Gobierno de Zapatero con la banda terrorista debería servir para ocultar o pasar pagina a la bochornosa fase de cesión ante los terroristas, con capítulos tan inolvidables como el chivatazo policial al aparato de extorsión de ETA que, por lo visto, Rajoy parecería querer olvidar tanto como la pertenencia del PNV al Pacto de Estella. Eso, por no hablar del silencio de Rajoy ante la persistente negativa del Gobierno de Zapatero a derogar la resolución a favor del diálogo con la banda o ante la persistente negativa a desalojar a ANV con mociones de censura. Eso, por no recordar la satisfecha postura del presidente del PP de este martes por la simple y ya conocida negativa de Zapatero ante el plan Ibarretxe, como si esta no requiriera también un reproche al presidente del Gobierno por su persistente disposición a pactar con el PNV una "reforma" estatutaria.

En cualquier caso, allá Rajoy y su vana, oportunista y confesa estrategia de tratar de "impedir que el PP cause recelo" entre los nacionalistas. Lo que es seguro es que esa deriva ya está causando recelos, no sólo en María San Gil, sino en cientos de miles de votantes del PP. Y eso ninguna luz de gas lo va a poder disimular.

En España

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