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EDITORIAL

Zapatero y la vieja demagogia del felipismo

"Los anuncios de ZP no pasan por otra cosa que no sea dilapidar las buenas cuentas que dejó el PP y recurrir al déficit y al endeudamiento"

La fiesta minera de Rodiezmo ha sido el escenario escogido por Zapatero y el PSOE para abrir este domingo el nuevo curso político. Si el presidente de Gobierno se ha reservado una vez más las apariencias moderadas y el tono responsable y conciliador para esbozar algunos de sus objetivos de gobierno, Alfonso Guerra se ha entregado sin cortapisas a su conocida demagogia para regocijo de los allí reunidos. El que fuera mano derecha de Felipe González, con una ironía más gruesa que de costumbre pero con la misma demagogia que siempre, ha dirigido su "elevada" retórica a destacar los positivos cambios que se están experimentando con la llegada al poder del PSOE, entre los que citó el hecho de que “en televisión antes salía el tío del bigote y ahora sale José Luis Rodríguez Zapatero, que es como cambiar a Rambo por Harrison Ford”...
 
Que la sal gorda del viejo felipismo no nos lleve a engaño. Zapatero no lleva la vieja demagogia de Guerra como simple comparsa o telonera. La lleva en el núcleo mismo de su proyecto de gobierno. Su anuncio dominical de subir tres puntos las pensiones —la subida será de seis para las mínimas— es, sin duda, un claro ejemplo de ello.
 
Los anteriores Gobiernos del PP, tras recomponer las cuentas de una Seguridad Social que recibieron en quiebra de manos del PSOE, garantizaron el poder adquisitivo de las pensiones, e incluso lo incrementaron. La diferencia estaba y está en que esas subidas de pensiones con el PP tenían una base real en el mayor crecimiento económico y en el aumento del empleo y de las afiliaciones a la Seguridad Social. Esta mejora no fue, pues, el resultado de ningún decreto voluntarista ajeno a la realidad económica, sino una posibilidad sobrevenida, fruto de una responsable y disciplinada gestión de gobierno.
 
Los anuncios que ahora nos hace Zapatero, por el contrario, comprometen todos ellos mayor gasto público sin haber llevado a cabo una sola medida que tenga visos de incentivar la creación de nueva riqueza que los haga sostenibles. Los anuncios de ZP no pasan por otra cosa que no sea dilapidar las buenas cuentas que dejó el PP y recurrir al déficit y al endeudamiento. Estas propuestas se hacen públicas, además, en un momento en que acabamos de conocer que el debilitamiento del crecimiento económico y del empleo ya están volviendo a llamar a nuestra puerta.
 
Para colmo, los socios de este gobierno, lejos de ser un elemento de moderación frente a la inherente tendencia manirrota de los socialistas, constituyen un factor que la excita. Como ha destacado muy oportunamente Michavila, “republicanos, independentistas y comunistas, podrán ser muy simpáticos, pero son radicales".
 
Ciertamente, no hay en Europa una partido socialdemócrata que sostenga su acción de gobierno en formaciones tan radicales y antisistema como las alianzas que se ha tenido que buscar Zapatero por culpa de Maragall y de su propia debilidad. Y es que las “formas” y el “talante” de ZP no son otra cosa que un componente más de esa gran mentira sobre la que se quiere edificar toda su acción de gobierno.

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