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EDITORIAL

UPyD, en la diana

La Historia europea incluye ejemplos de cómo un movimiento político totalitario se desenvuelve contra aquellos a los que declara sus enemigos.

La sede del partido Unión, Progreso y Democracia en Barcelona, situada en las Ramblas, fue atacada a pedradas en la madrugada del sábado. No es la primera vez que las dependencias de esta formación política son dañadas intencionadamente, buena prueba de que la defensa de España y la libertad en Cataluña tiene un coste que los nacionalistas radicales se encargan de hacer pagar a los que discuten su dictado.

Es hora de acabar con esa falsa imagen que el nacionalismo catalán quiere imponer de sí mismo, según la cual se trata de un movimiento tolerante, abierto al diálogo y con un exquisito respeto a la democracia. Los ataques recurrentes a las sedes de los partidos que, como UPyD, defienden la libertad y la igualdad de todos los españoles, o sucesos como el registrado durante la pasada Diada, cuando un grupo de independentistas acosó a un padre de familia y a sus hijos por llevar banderas y camisetas de la selección nacional de fútbol, muestran al separatismo catalán como lo que realmente es, una secta fanática dispuesta a hacer desaparecer de la vida civil a quienes se atrevan a cuestionar sus dogmas liberticidas.

La historia europea aporta suficientes ejemplos de cómo operan los liberticidas contra aquellos a los que considera enemigos. Tras la supresión de los derechos civiles de quienes no aceptan la opresión llegan las acciones violentas, que sólo en su fase inicial, como ahora en Cataluña, se limitan a sucesos puntuales.

En plena operación nacionalista para culminar su viejo deseo de acabar con la unidad nacional, es más que nunca evidente que España es la única garantía para el ejercicio de las libertades ciudadanas en Cataluña. España como realidad histórica y la libertad como aspiración esencial del ser humano son principios irrenunciables que partidos como UPyD defienden valerosamente, a pesar del acoso a que son sometidos ante la indiferencia ominosa de una Administración autonómica proterva manejada por los principales interesados en acabar con esas dos salvaguardas fundamentales.

A las puertas de una campaña electoral convertida interesadamente en plebiscito para acabar con el orden constitucional, es obligado rendir homenaje a los integrantes de las formaciones políticas que, con el ambiente político y mediático en contra y debiendo hacer frente a cobardes ataques como el padecido por UPyD en Barcelona, han decidido seguir luchando por los derechos políticos de los catalanes que quieren seguir siendo españoles y, por tanto, todavía libres.

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