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EDITORIAL

Tania la inquisidora, imputada

Tania Sánchez ha quedado incapacitada para seguir dando lecciones de moral pública como ha venido haciendo hasta ahora.

La titular del juzgado número 6 de Arganda ha decretado la imputación de Tania Sánchez, su padre y su hermano por prevaricación, tráfico de influencias y malversación de caudales públicos. La decisión de la jueza se ha producido tras estudiar 29 contratos del Ayuntamiento de Rivas -del que la exdirigente comunista y su padre eran concejales- suscritos a favor de la cooperativa manejada por Héctor Sánchez, hermano e hijo de los susodichos. En total, el hermano de Tania Sánchez habría ingresado 1,3 millones procedentes de los fondos municipales, gracias a unos dudosos procedimientos de adjudicación llevados a cabo con la aprobación de sus dos familiares más directos.

Tania Sánchez, imputada por tres delitos de corrupción, se ha caracterizado en el último año por ser el azote de la clase política -la casta-, a cuyos miembros ha denigrado una y otra vez tachándolos de corruptos sin apenas excepción. Aprovechando su presencia constante en los platós de las televisiones nacionales, Sánchez, que saltó a la fama por su relación sentimental con Pablo Iglesias, ha sido uno de los puntales de la campaña de la extrema izquierda para extender la falsa creencia de que el constitucional es un régimen esencialmente corrupto que es necesario echar abajo cuanto antes. Pues bien, ahora esta política de temprana vocación inquisitorial se enfrenta al escrutinio de la Justicia de sus propios manejos durante su etapa de concejal.

Una vez más, los políticos de la izquierda radical más caracterizados por su denuncia de la corrupción ajena ponen de manifiesto la nula coherencia entre su discurso y su comportamiento. Como Monedero y su ingeniería fiscal para pagar menos impuestos a cuenta de unos ingresos de procedencia dudosa o Manuela Carmena y las operaciones patrimoniales de su marido para evitar pagar a sus trabajadores, Tania Sánchez se suma a este amplio catálogo de izquierdistas hipócritas, tertulianos justicieros y progresistas millonarios acostumbrados a comportarse como la casta corrupta que no se cansan de denunciar.

Sin prejuzgar el resultado de un caso que está todavía en fase de instrucción, es evidente que Tania Sánchez ha quedado incapacitada para seguir dando lecciones de moral pública como ha venido haciendo hasta ahora. La comunista ha recibido ya un primer pago a su ligereza en el manejo de los fondos públicos, a su facilidad para traicionar al partido que la catapultó al estrellato y a su falta de escrúpulos demostrada a la hora de utilizar la demagogia más rastrera como arma política.

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