Bajo la premisa de que "los seres humanos no sólo somos animales racionales" y que "también experimentamos sentimientos y emociones que no pueden ni deben ser ocultados por el imperio de la razón", Coalición Canaria acaba de presentar una delirante ponencia "ideológica" en la que, efectivamente, la racionalidad no puede eclipsar nada ya que, simplemente, brilla por su ausencia. Así, la reivindicación de una "modalidad lingüística propia", la definición de Canarias como "archipiélago fragmentado en islas" y como "nación", o la ubicación de las islas "a medio camino de América"(sic), son sólo algunos de los muchos disparates que se pueden leer en una ponencia que, de forma obsesiva y recurrente, apela a una "canariedad" definida como "síntesis y asunción de los factores que definen el hecho diferencial canario, que da lugar a una conciencia colectiva compartida de nuestra historia, de nuestras peculiaridades culturales, de nuestras singularidades económicas y de nuestros condicionantes geográficos".
Esa "canariedad" (en realidad, una pulsión mítica y tribal, ciertamente nada racional) llega, por lo visto, al extremo de dictar a los canarios una forma colectiva y, por lo tanto, uniforme de "sentir, pensar y expresarse" en base a esa supuesta "identidad nacional". Los ponentes defienden un nacionalismo, que llegan a calificar de "proatlántico y archipielágico" (sic), por tres poderosas motivaciones: una "emocional", otra "sentimental" y otra "racional". Si en esta última se defiende, en realidad, un visceral y xenófobo "nacionalismo económico" para que "sectores y empresas básicas de nuestra economía permanezcan en manos canarias", ya pueden los lectores imaginarse a qué extremos de irracionalidad se llega en el caso de las motivaciones "emocional y sentimental".
Aunque el interesado clientelismo político y económico que anida entre tanto "sentimiento y emoción" sea la única racionalidad –envilecida, eso sí– que se puede detectar en la ponencia, es tal el cúmulo de disparates en ella que casi pasa inadvertida la delirante reclamación "en ejercicio de los derechos del Pueblo Canario", de "nuevas vías de relación bilateral entre Canarias y el Estado y a mayores espacios de decisión propia que puedan abordarse, incluso, desde una futura reforma de la Constitución o del Estatuto de Autonomía, entre las que no se excluyen las soluciones de corte federal".
Aunque los disparates que pueden leerse en la ponencia de marras no sean mayores a los que nos tienen acostumbrados los nacionalistas en otras regiones de España, en el caso canario, ni estamos tan acostumbrados ni podemos pasar por alto de que los nacionalistas gobiernan gracias al apoyo del PP.
A este respecto, sorprende que el presidente del PP canario, José Manuel Soria, afirme que "nadie de CC ha planteado una relación de bilateralidad", habida cuenta que el propio Soria asistió al Congreso de CC de este fin de semana y tiene a su disposición, como cualquier otro ciudadano, la ponencia en la que de forma tan clara se reivindica. Claro que, tratándose de Soria, lo que se ve y lo que se quiere ver y que veamos son cosas distintas, tal y como se puso de manifiesto con su papel en la comisión redactora de una de las ponencias con las que el PP pretendía llevar a cabo un "simpático" acercamiento a los nacionalistas y la posterior operación "luz de gas" contra Maria San Gil.
Bien es cierto que la reacción de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ha sido mucho más clara y contundente. Mas, por plausible que sea su advertencia de que "con pacto o sin pacto, con nosotros esos temas no van a ir y no irán", no hay que descartar que los nacionalistas vayan a ir más. Especialmente si tenemos en cuenta el pusilánime papel desempeñado por Rajoy en la crisis abierta con UPN: si con un partido que se supone que es la representación del PP en Navarra, Rajoy no ha sabido poner las cosas en su sitio, es dudoso que lo haga en un partido que, a diferencia de UPN, no suple al PP sino con el que se tiene un pacto de Gobierno.
Y es que por plausible y contundente que hayan sido las declaraciones de Cospedal, a nosotros no se nos olvida que San Gil se marchó por algo y que el tiempo no ha hecho otra cosa que darle la razón.