El secretario general del PSOE ha cosechado este fin de semana un estrepitoso fracaso mediático, pues la Conferencia Política que los socialistas han celebrado en Valencia ha quedado completamente opacada por la marcha sobre Madrid de la formación de extrema izquierda Podemos, a la que asistieron decenas de miles de personas.
En un patético esfuerzo por invertir la realidad, Sánchez optó en su ignorada comparecencia por ningunear al líder ultra Pablo Iglesias. El efecto no ha podido ser más demoledor para la imagen del socialista: y es que alguien que ni siquiera consigue ejercer el liderazgo entre sus propias huestes no puede jugar a ese juego ante un personaje que ha conseguido cosechar más de un millón de votos en su primera comparecencia en las urnas… poniendo su rostro por logo en la papeleta electoral. Un personaje que horas antes de que el aprendiz de brujo tratara de ningunearlo desde un discreto auditorio valenciano acababa de llenar la Puerta del Sol de Madrid.
Pedro Sánchez no sólo no lidera su partido, es que ni siquiera consigue que se le trate con un mínimo respeto: sirva como ejemplo demoledor la penúltima afrenta que le ha infligido el auténtico líder del PSOE, la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, que no sólo no acudió al happening valenciano, es que ni siquiera se dignó a telefonearle para comunicarle que una oportunísima gripe le impediría acompañarle: "Se lo dijo por WhatsApp", según las fuentes socialistas consultadas por Libertad Digital.
Pedro Sánchez es un cadáver político. Ahora sólo falta saber si se atreverá a morir matando o si hará mutis por el foro haciendo menos ruido que este fin de semana funesto para sus intereses.