Aunque haya tardado meses en comparecer ante la prensa, y todavía se resista absurdamente a comentar la "digital" designación de Rubalcaba, Rajoy ha estado acertado al anunciar la puesta en marcha de un amplio paquete de medidas articulado en torno a los principios de austeridad, transparencia y empleo que han formado parte del "compromiso electoral con España" con el que el PP se presentó a las elecciones de 22 de mayo.
Medidas tales como fijar un techo de gasto en línea con el de los Presupuestos Generales del Estado; impulsar una reforma del sector público reduciendo entes y organismos públicos; limitar el número de consejerías; disminuir el número de altos cargos o minorar el parque de coches oficiales, van todas ellas en la buena dirección. La limitación del gasto público es esencial para salir cuanto antes de la actual crisis y con ella se deben comprometer todas las administraciones, incluidas las locales y, muy especialmente, las autonómicas. De hecho, el anuncio de Rajoy ha venido prácticamente a coincidir con la noticia de que el déficit de las autonomías ya duplica el generado por la administración central.
Asimismo, acierta el líder de la oposición al anunciar una auditoría general que deje muy claro cuál es el estado real de las cuentas de los ayuntamientos y comunidades autónomas que van a pasar a ser gobernados por el PP, ante las fundadas sospechas de que los agujeros puedan ser mayores que los oficialmente contabilizados.
Rajoy puede usar como aval y garantía de ese compromiso con la austeridad el hecho de que muchas de las medidas anunciadas ya han sido llevadas a cabo en las autonomías en las que ha gobernado el PP, tal como ilustra claramente el Gobierno de Esperanza Aguirre. Sin embargo, Rajoy también debe ser consciente de que muchos ayuntamientos y ejecutivos regionales gobernados por su partido no han sido, precisamente, ejemplos de austeridad, tal como ilustra el hecho de que dos de las tres comunidades y ayuntamientos más endeudados de nuestro país están gobernados por el PP.
Ahora, Rajoy debe concretar en hechos estas medidas, no sólo en las administraciones que van a ser gobernadas por el PP, sino también en las que ya lo están. La austeridad debe ser una seña de identidad de los populares allá donde gobierne, sin que haya margen para que nadie se permita ser un "verso suelto".