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EDITORIAL

Quiroga, fiel reflejo de la falta de principios de Rajoy

Quiroga no tiene ni ha tenido nunca peso específico para ir por libre frente a Genova. No es sino una correa de transmisión de Rajoy.

Gracias a las criticas de algunos medios de comunicación, a las protestas de las víctimas del terrorismo y al hecho de que estamos en periodo preelectoral, el PP vasco ha decidido retirar una ponencia sobre libertad y convivencia en la que, en lugar de condenar expresa y firmemente el terrorismo, se proclama un rechazo general a la violencia.

Teniendo presente que el Partido Popular accedió a sustituir la palabra condena por rechazo para que Bildu se sumara a la ponencia, resulta un poco hipócrita que Arantza Quiroga haya alegado este miércoles la bienvenida que los proetarras habían dado a la misma como razón para pasar a retirarla.

Quiroga ha venido a decir que se ha topado con la "desgraciada realidad" de que Bildu no da el mismo significado a condena que a rechazo y que los proetarras han interpretado su sustitución como una "victoria". Es evidente que esa "desgraciada realidad" se conoce desde hace años y que el PP la tuvo bien presente cuando, antes de retirar la ponencia, la defendió alegando que no había que encallar en las palabras a la hora de plantear el "futuro de reconciliación y convivencia" en el País Vasco.

Ninguna reconciliación, ninguna paz, ninguna libertad dignas de tales nombres pasan por llevarse bien con esa formación con la que los encapuchados de ETA dieron públicamente por "ganada" la "batalla de la ilegalización"; la misma que fue condenada por el Tribunal Supremo por ser continuadora de la ilegalizada Batasuna; la misma que se sigue negando a hacer una condena expresa del terrorismo de ETA. La libertad y la convivencia en el País Vasco pasan, por el contrario, por combatirlos en todos los ámbitos. Pasa por excluirlos a la hora de elaborar el llamado "relato" de lo que ha supuesto el terrorismo en el País Vasco. Pasa por que los etarras cumplan íntegramente sus condenas y por que los que no los condenaron pasen a hacerlo y a pedir perdón por no haberlo hecho antes.

La presunta candidez de la dirigente vasca, a la que también parece que le han sorprendido las criticas de las asociaciones de víctimas del terrorismo, sería para destituirla inmediatamente, si no fuera –claro está– el más fiel reflejo del nihilismo de quien, no por nada, forzó la salida del PP vasco de una persona tan encomiable como María San Gil.

La ponencia de Quiroga es fiel reflejo de la falta de principios de Rajoy y de aquel infausto congreso nacional del PP de Valencia, en el que se hizo un llamamiento a no causar "recelo" entre los nacionalistas. Quiroga, al igual que Sánchez-Camacho en Cataluña, no tiene ni ha tenido nunca peso específico para ir por libre frente a Genova. Quiroga no es más que una correa de transmisión de un presidente del Gobierno que, ya desde la oposición y previo acuerdo con Rubalcaba, dio por buena una paz envilecida que, lejos de significar la auténtica derrota del terrorismo, ha instalado al brazo político de ETA en las instituciones. Quiroga es fiel reflejo de la falta de principios de un presidente del Gobierno que, con la excusa de una sentencia de Estrasburgo referida exclusivamente a Inés del Río, ha excarcelado a casi ochenta etarras; de un Gobierno que, sin excusa alguna, excarceló a un criminal y torturador como Bolinaga. Quiroga es reflejo de unos incruentos pero nihilistas tiempos que permiten que una ley en vigor, la Ley de Partidos, resulte papel mojado.

Menos mal que también son tiempos preelectorales y la ponencia ha sido retirada. En caso contrario, es de temer que el PP habría consumado y agravado su acomodaticio envilecimiento.

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