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EDITORIAL

Proscripción del español y 'construcción nacional'

El 'Manifiesto de Sitges por las lenguas propias' muestra hasta qué punto el victimismo y la desfachatez de los liberticidas no tienen límites.

A pesar de que la enseñanza en español está proscrita desde hace décadas en Cataluña, y a pesar también de que todos los Gobiernos han hecho la vista gorda ante tamaño atentado a los derechos civiles y tan clara violación de la Constitución, el victimismo y la desfachatez de los liberticidas no tienen límites. Buen ejemplo de ello lo constituye el Manifiesto de Sitges por las lenguas propias, suscrito por el sindicato nacionalista catalán de profesores Ustec y sus aliados en el País Vasco, Galicia, Baleares y Comunidad Valenciana, contrarios todos a la inclusión del castellano y del inglés como lenguas vehiculares de la enseñanza en sus respectivas comunidades autónomas.

Ha bastado que el PP se haya comprometido con Ciudadanos a "promover" el trilingüismo en las escuelas para que todos estos defensores y beneficiarios de la coactiva y orwelliana normalización lingüística pongan el grito en el cielo ante lo que consideran una "intencionalidad uniformizadora y centralizadora siempre en detrimento del gallego, el vasco, el catalán, el aranés, el asturiano y el aragonés, cosa que no nos dejaremos imponer".

Ya resulta esperpéntico que quienes otorgan reconocimiento lingüístico al aranés, al asturiano o al aragonés se lo denieguen, sin embargo, al mallorquín o al valenciano. Pero, al margen de las conocidas pretensiones expansionistas y uniformizadoras del pancatalanismo, lo más vergonzoso del manifiesto es su pretensión de que sean las lenguas, y no las personas, las que ostenten los derechos; o que sean los territorios, y no los ciudadanos, los que tengan lenguas propias. Eso, por no hablar de su patético intento de hacer pasar al español –lengua materna de más de la mitad de los catalanes y única oficial y común de todos los españoles– como una más de esas "270 lenguas maternas diferentes que hay en Cataluña".

Estos sindicatos nacionalistas de toda España no sólo están poniendo la enseñanza y la educación al servicio de su ideario liberticida. También tratan de evitar la competencia de todos aquellos docentes que, no siendo oriundos de sus respectivas comunidades autónomas, podrían dar clases en ellas en español o en inglés.

En cualquier caso, valga este Manifiesto de Sitges como nueva muestra de la persistencia infatigable de los nacionalistas en su proyecto de liquidación de España como nación y ámbito de libertad bajo el imperio de la ley. Una persistencia que tanto contrasta con la desidia de los que deberían tratar de impedir semejante atropello.

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