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EDITORIAL

Los españoles están hartos de Rajoy

Resulta casi insultante que la reacción oficial de los populares sea presumir de haber ganado unas elecciones con una victoria que, en la práctica, es una debacle histórica.

El resultado del PP en estas elecciones municipales y autonómicas es indefendible: no hay nada que permita a los populares encontrar consuelo, ni una mayoría absoluta, prácticamente ninguna gran ciudad en la que se puedan estar seguros de seguir gobernando y un resultado global que se resume en una cifra: los casi dos millones y medio de votos que ha perdido respecto de las elecciones municipales de 2011.

En estas circunstancias, y con los populares despidiéndose con toda probabilidad de ciudades como Madrid, Valencia o Sevilla; de comunidades como la Valenciana, Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón, Baleares… y de mayorías absolutas históricas como las de Castilla y León, Murcia o La Rioja, resulta casi insultante que la reacción oficial de los populares sea presumir de haber ganado unas elecciones en las que efectivamente han sido la fuerza más votada, pero con sólo dos puntos de ventaja sobre el inexistente PSOE del no menos inexistente Pedro Sánchez, y con una victoria que, en la práctica, es una debacle histórica.

Se hace imposible recordar un panorama tan negro para el centro derecha español, al menos, desde la derrota de UCD en las elecciones generales del año 82. Nunca se había perdido tanto poder en una sola noche electoral, nunca la derrota había sido en todos y cada uno de los frentes.

Y hay, sin duda alguna, un gran culpable de esta situación: Mariano Rajoy y buena parte de su Gobierno, especialmente ese dúo siniestro que forman Cristobal Montoro y Soraya Sáenz de Santamaría.  Es obvio que los distintos problemas de corrupción han lastrado a los populares en muchas regiones, pero lo que sin duda ha hundido a los muchos buenos candidatos que el PP presentaba a alcaldías y presidencias autonómicas han sido los tres años de mentiras y el abandono de todo lo que representaba el Partido Popular desde hace décadas.

Los españoles entregaron una amplísima mayoría a Mariano Rajoy para enderezar el rumbo del país tras ocho años de zapaterismo. Pero la primera legislatura de este PP ha sido en realidad la tercera del PSOE de Rodríguez Zapatero: más impuestos, ningún giro en asuntos esenciales desde el punto de vista ideológico, una justicia todavía más politizada y una gestión de la crisis económica que la inmensa mayoría de la población no ha aprobado, entre otras razones porque sus frutos han sido escasos y, sobre todo, tardíos.

El PP de Rajoy, Sáenz de Santamaría y Cospedal decidió no reaccionar tras el serio aviso de las europeas hace ya un año; y tampoco lo hizo tras el nefasto resultado de Moreno Bonilla en Andalucía. Si ahora los populares siguen sin dar ninguna señal de que han entendido el profundo cambio que está experimentando la España, a finales de año se enfrentarán a una debacle definitiva que no sólo acabe con el PP como el partido que representaba a una parte importantísima de la sociedad española sino que, y lo que es todavía peor, dejará a España en manos de un frente popular capitaneado por la extrema izquierda que, como ocurrió en el 82, ocupe el poder por lustros.

Un éxito por el que Rajoy, sin duda, pasaría a la historia… en el lugar que merece.

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