Los firmantes del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo se comprometieron a no “pagar precio político” alguno por la paz y a exigir "unidad entorno a la Constitución y al Estatuto de Guernica, espacio de encuentro de la gran mayoría de los ciudadanos vascos”. Pero lo cierto es que ZP, de la mano del separatista Carod-Rovira, el de Perpiñán, ha impulsado que los socialistas abandonen al PP y busquen el consenso de los separatistas vascos para acabar con el Estatuto de Guernica.
El Pacto contra el Terrorismo “se comprometía a situar a las víctimas" como “su principal preocupación” y a dotarles del “reconocimiento y la atención de la sociedad española”; pero lo cierto es que ZP, de la mano del separatista Carod-Rovira, el de Perpiñan, no ha hecho otra cosa que estrangular financieramente y ningunear políticamente a la Asociación de Víctimas del Terrorismo, a la que el residente del Gobierno les impone, además, un indigno Alto Comisionado, contra la expresa opinión de sus supuestos representados.
El Pacto contra el Terrorismo consideraba que “la ruptura del Pacto de Estella y el abandono de sus organismos constituye, para el Partido Popular y el Partido Socialista, un requisito imprescindible para alcanzar cualquier acuerdo político o pacto institucional con el Partido Nacionalista Vasco y Eusko Alkartasuna”. Pero lo cierto es que ZP, de la mano del separatista Carod-Rovira, el de Perpiñan, al único partido que veta de “cualquier acuerdo político o pacto institucional” es al PP, mientras que brinda apoyos y acuerdos a los nacionalistas vascos que no han renunciado –todo lo contrario– a los fines políticos plasmados en Estella.
En el Pacto contra el Terrorismo, el PP y el PSOE plasmaban “su determinación a impulsar y apoyar la movilización de los ciudadanos en contra de la violencia terrorista y en repudio de los asesinos”, quienes “sólo merecen la condena y el desprecio de los partidos políticos democráticos y del conjunto de la sociedad”. Pero lo cierto es que ZP, de la mano del separatista Carod-Rovira, el de Perpiñán, lo que ha hecho es ofrecer “diálogo” a los terroristas, oponerse a la movilización de los ciudadanos a favor del Pacto contra el Terrorismo, ocultar los despreciables comunicados de ETA y silenciar su propio desprecio hacia los comunicados y atentados de la banda, los cuales ya ni siquiera el presidente condena, alegando que ya no causan muertos.
Los firmantes del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo se comprometían a “impulsar conjuntamente las libertades y la política contra el terrorismo” y a “una colaboración permanente entre el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, que implica el intercambio de información”; pero lo cierto es que ZP, de la mano del separatista Carod-Rovira, el de Perpiñán, deniega, tanto privada como públicamente, información al PP, e insulta a Rajoy, como cuando este pidió explicaciones al presidente en el Parlamento la semana pasada.
En el Pacto por las Libertades, PP y PSOE defendían su “firme determinación de derrotar la estrategia terrorista, utilizando para ello todos los medios que el Estado de Derecho pone a nuestra disposición”. Pero lo cierto es que ZP, de la mano del separatista Carod-Rovira, el de Perpiñán, ya ha hecho pública su oferta de saltarse el imperativo de justicia, ofreciendo impunidad y “diálogo” a quienes no tienen más legitimidad que haber asesinado y que insisten en cobrar por dejar de hacerlo.
Fruto de este pacto antiterrorista, surgió algo que ya no fue un pacto, sino una ley que sigue vigente, como lo es la que regula a los partidos políticos y que textualmente considera ilegalizables a todos aquellos partidos que “justifiquen o exculpen los atentados contra la vida o la integridad de las personas” o “exculpen o minimizen el significado del terrorismo y la violación de derechos fundamentales que comporta”. Lo cierto, sin embargo, es que ZP, de la mano del separatista Carod-Rovira, el de Perpiñán, ha permitido que los proetarras, bajo las siglas del PCTV, se salten a la torera esta ley y vuelvan a tener financiación pública y representación parlamentaria.
Lo repugnante no es que ZP justifique su deslealtad al Pacto por las Libertades, sino que la niega. Y lo hace mintiendo con la misma –o mayor– desfachatez y frescura, con la que niega el reciente fracaso de financiación en Bruselas.
Lo que ya no es sólo una traición sistemática a la letra y al espíritu del Pacto contra el Terrorismo, –ni siquiera una lectura de la Ley de Partidos bochornosamente favorable a los proetarras–, sino una falta total de escrúpulos a la hora de burlar la ley y sentencias del propio TSJPV, es el visto bueno de ZP a que los socialistas vascos den su apoyo a los nacionalistas para financiar los viajes de los familiares de los etarras presos fuera del País Vasco.
Abandonado el compromiso del Pacto Antiterrorista de lograr que ETA “abandone toda esperanza”, ZP no la quiere ya “derrotar” –palabra que ha sido suprimida de su diccionario, si no es para referirse al PP–, sino apaciguarla, de cara a las próximas elecciones. Eso conlleva alimentar las insaciables esperanzas de los terroristas, tal y como los etarras ponen de manifiesto en cada uno de sus comunicados desde el 14M.
Rajoy –que no puede dejar de denunciar lo que ocurre– es, por ello, objeto de insultos por parte del PSOE. Así, los socialistas le han acusado –entre otros muchos insultos– de ejercer de “altavoz y comentarista de los atentados y comunicados de ETA”; como si denunciar la despreciable realidad de ETA fuera colaborar con ella. Claro que hay que ser “altavoz” de los despreciables mensajes de ETA. Lo que nadie debe ser es su compañero de viaje –como lo es el socio de ZP, el de Perpiñán– ni como lo pretende ser el propio ZP a cambio de una tregua temporal, valga la redundancia.
Ya tenemos bastante con los chantajes de los terroristas, como para que el gobierno del 14-M mienta haciéndonos creer que la disposición de los terroristas es mejor de la que es. Ya tuvimos bastante del 11 al 14-M, como para que se repita la infame jugada –por acción o por omisión de los terroristas, con o sin tregua–, de cara a la próxima cita electoral.