Es complicado encontrar un proyecto contrario a las libertades individuales que no despierte el más fervoroso apoyo de lo que en nuestro país se ha venido a llamar el "mundo de la cultura". El último episodio, superado ya su reciente manifiesto anticapitalista, ha sido apoyar la campaña de Evo Morales para salir reelegido presidente de Bolivia en los comicios del próximo día 6 de diciembre.
Entre los firmantes de su panfleto Miremos al Sur se encuentran los habituales Bardem, Wyoming, Regàs, Saramago... Es decir, toda la pretendida intelectualidad que se ha convertido en la infantería del intervencionismo enemigo de las libertades; los mismos que no han dudado en congraciarse con regímenes como el de Saddam Hussein o el de Fidel Castro, los mismos que han guardado un cobarde, cuando no cómplice, silencio ante ETA; los mismos que se sienten identificados con figuras tan sanguinarias como Ho Chi Min o Mao Tse Tung.
En este caso, la intelectualidad presta su abnegado apoyo al proceso de boliviarización de Sudamérica, esto es, a la progresiva erosión de los frágiles sistemas democráticos de la zona y a su sustitución por caudillismos de corte neosocialista. Abandonado el modelo de revolución cubana como inapropiado para los tiempos, se ha optado por una estrategia mucho más sibilina y gramsciana: utilizar el sistema para implosionarlo desde dentro.
Así, primero se toma el poder mediante mensajes y promesas populistas –dirigidos a fracturar la sociedad enfrentando a los pobres con los emprendedores– y una vez dentro del sistema se impulsa una reforma constitucional que coloque bajo el directo control del Partido al Parlamento, los tribunales, los medios de comunicación y al Ejército. Y una vez "comprada" la sociedad civil y controlados los resortes de influencia social, el régimen socialista puede consolidarse en el tiempo sin ningún contrapeso que le impida lograr un poder absoluto.
Es el modelo venezolano que se ha exportado con éxito a Ecuador, Nicaragua y Bolivia, pero que afortunadamente ha fracasado en Honduras. El modelo del que han quedado encandilados nuestros intelectuales cuando sostienen en su manifiesto que "América Latina está experimentando procesos democráticos de transformación política" consistentes en que lo que ellos llaman "los sectores más desfavorecidos" dobleguen a las "oligarquías tradicionales y a los medios de comunicación empresariales" para así concluir con el proceso de transformación social. Como puede verse, poco o ningún respeto les merece una libertad de expresión y unos medios de comunicación a través de los cuales –y de la subvención pública, claro– ellos han amasado ingentes fortunas que los colocarían precisamente entre la oligarquía de esos países a la que quieren erradicar.
Bolivia vivirá unas elecciones presidenciales en apenas 15 días. Como no podía ser de otro modo en un sistema político diseñado a la medida de Evo Morales y de su MAS, el actual presidente parte como claro favorito frente al líder opositor Manfred Reyes Villa. Si las encuestas finalmente se traducen en sufragios, Bolivia dará un paso más hacia el despotismo y el socialismo. Justo el escenario ambicionado por nuestros progresistas artistas; de ahí que rindan pleitesía a ese peón de Chávez del mismo modo en el que aquí se transformaron en cejas para seguir incrementando las transferencias de dinero público hacia sus bolsillos en estos tiempos de crisis.