Una de las mayores lacras de la izquierda actual es la contradicción existente entre su discurso, aparentemente humanitario y compasivo, y su disposición a sacrificar la defensa de los derechos humanos en aras del antiamericanismo más infantil y el antisemitismo clásico disfrazado de anti-imperialismo.
La manifestación celebrada el sábado en Madrid es la penúltima muestra de esta forma de barbarismo, consistente en organizar actos que se convierten en muestras de apoyo al totalitarismo mientras un grupo de artistas e intelectuales aparentemente bienpensantes se dedica a estigmatizar a Israel, país al que califican de terrorista precisamente por luchar contra el terrorismo. De esta forma, la izquierda europea, a la que intelectuales como Bernard-Henri Lévy describen como cadáver chirriante, convierte la razón en magia y reniega de la inteligencia, trocando el análisis de la realidad por burdas teorías conspirativas.
No es la primera vez que algo así sucede en España. En julio de 2006, Pedro Zerolo, secretario de Movimientos Sociales del PSOE, encabezó una marcha contra Israel en la que muchos de sus participantes portaron banderas de grupos terroristas. El silencio de los socialistas ante este acto de brutalidad avalado por las juventudes de su partido no deja lugar a dudas sobre el estado de postración moral de buena parte del llamado progresismo español. Las protestas realizadas en Madrid y en Ceuta, donde los convocados por el partido islamista Unión Demócrata Ceutí, que en las últimas elecciones generales pidió el voto para el PSOE, quemaron banderas de Israel y lanzaron insultos contra los judíos, merecen la condena sin paliativos de cualquier defensor de la libertad, la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, mucho nos tememos que una vez más la izquierda española opte por el silencio ante actos que constituyen una peligrosa incitación al odio y a la violencia.
La Asociación Hispanomusulmana Jerusalén y el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, una organización caracterizada por su apoyo a grupos como los talibán y al fallecido Sadam Hussein, han organizado una manifestación en Madrid el día 17 de enero para protestar contra lo que han dado en llamar "el genocidio en Gaza". Lejos de distanciarse de la convocatoria, UGT, CC.OO, IU y el PSOE, cuya portavoz de Relaciones Internacionales no ha dudado en echar leña al fuego denunciando la supuesta "violencia indiscriminada de Israel contra la población civil", han unido sus fuerzas a las de los militantes islamistas y sus compañeros de viaje para proclamar su antipatía hacia Israel.
En los últimos días, Rodríguez Zapatero y distintos miembros del Gobierno han manifestado su deseo de mejorar las relaciones con los EE.UU. y ayudar a las autoridades de ese país a luchar contra el terrorismo. Manifestarse al lado de quienes justifican el terror en Oriente Medio no es precisamente la mejor prueba de compromiso con la paz, sino más bien todo lo contrario. Por sus obras los conoceréis.