Grupos de extrema izquierda de toda España pretenden tomar el centro de Madrid este sábado con las hipócrita y engañosamente denominadas "marchas de la dignidad", con las que lo único que realmente pretenden es "provocar incidentes o acampar" ilegalmente en las calles de la capital, como bien ha advertido en esRadio la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes. Quieren emplear la violencia como forma de protesta, tal y como admiten abiertamente sus propios participantes y organizadores en las redes sociales. Basta observar sus consignas para percatarse de que su auténtico objetivo es de todo menos pacífico: "La capucha es el rostro del pueblo que lucha", "Menos batucadas y más barricadas" o "La capucha, necesaria en la lucha" son tan sólo algunos ejemplos.
Impregna la atmósfera el espíritu Gamonal, que logró paralizar la construcción de un bulevar en la ahora célebre barriada burgalesa tras una oleada de protestas violentas que, para vergüenza de muchos, recibió el aplauso unánime de la izquierda política y mediática. Los radicales han tomado buena nota de su éxito y vuelto a comprobar que la violencia es el camino más corto, si no el único, que tienen para alcanzar sus metas. Así pues, lo que persiguen es volver a la carga, sólo que en Madrid y contra el Gobierno central, al que acusan de "maltratar" al pueblo, del que se erigen en portavoces y cuyos mandatos electorales violan abiertamente. Esperan movilizar a más de 60.000 personas, provenientes de diversos puntos de España y Europa, en defensa de la "justicia social" y los "derechos humanos". A la cabeza del movimiento se encuentran personajes como Willy Toledo y el sindicalista Diego Cañamero, lo que no hace sino corroborar que se trata de una grotesca farsa perpetrada por la izquierda más impresentable y liberticida.
Esta manifestación no dejaría de ser una anécdota si no fuera por el hecho del riesgo cierto de que haya estallidos de violencia y por los graves trastornos que va a provocar en la capital. Lo más indignante, sin embargo, es que medios y partidos de izquierda estén jaleando este aquellare antidemocrático que corre por cuenta de sujetos y organizaciones que pretenden atentar con la voluntad expresada por la ciudadanía en las urnas. En lugar de recibir aplausos, deberían ser objeto de contundente crítica, del mismo estilo del que reciben los actos.
La Policía puede y debe actuar con todos los medios a su disposición para que estas masas liberticidas no tomen la capital ni causen destrozos y perturbaciones. Los madrileños y quienes los visitan merecen que su bienestar y seguridad estén a salvo de los desmanes que puedan perpetrar los protagonistas de esta indigna Marcha por la Dignidad.