La última ocurrencia a cuenta de las balanzas fiscales ha llegado de la mano de un concejal de ICV quien no ha dudado en ridiculizar a los extremeños en su bitácora. A pesar de su rápida rectificación, la entrada original pone al descubierto el verdadero rostro que esconde la máscara de la solidaridad comunista. Tanto el lema como el fotomontaje utilizado por Lluís Suñé demuestran que detrás del buenismo y el reparto "equitativo" de la riqueza –a cuenta de los contribuyentes– no hay más que populismo y electoralismo. A la hora de la verdad, incluso los que se consideran más rojos y verdes prefieren defender el terruño olvidando la solidaridad internacional y la ayuda a los desfavorecidos con la que se justificaron los comunistas.
En cualquier caso, este tipo de reivindicaciones no dejan de ser un obstáculo superficial y demagógico que impide ver el fondo de la cuestión. Puestos a buscar un tratamiento fiscal justo, deberíamos exigir balanzas fiscales individuales, y no territoriales. Es sabido que no son los ríos o las piedras quienes contribuyen al Estado sino los individuos, independientemente del lugar en el que se encuentran. Carece de sentido entrar en controversias que se sustentan sobre premisas equivocadas: son los contribuyentes y no los gobiernos quienes deberían decidir la forma en la que debe invertirse el fruto de su trabajo, quienes deberían tener la oportunidad de decidir cuánto dedican a caridad, al ahorro, a la inversión o al consumo.