Bufonadas propias de personajes como Elena Valenciano o Soraya Rodríguez al margen –bufonadas que no hacen sino empeorar su ya bochornosa imagen–, lo cierto es que los dos grandes partidos parecen estar protagonizando una suerte de entente cordiale; al punto de que, para disimular, el PSOE ha tenido que pergeñar una página web denominada nosomoslomismo... que no es sino otra bufonada que ni siquiera se toma en serio la labor de enmascarar lo obvio: que populares y socialistas están en la misma onda en no pocos y muy importantes asuntos.
No es por ello de extrañar que cada vez cobren más fuerza las voces que sostienen que PP y PSOE han suscrito una suerte de pacto tácito, o que incluso dan por hecha la conformación de un Gobierno de gran coalición entre ambos.
Los Gobiernos de gran coalición son, como su nombre permite deducir, Ejecutivos conformados por partidos muy distintos que dan el paso crucial de aliarse por causas extraordinarias. Por ejemplo, una crisis como la que padece España, que no es sólo ni principalmente económica, pues afecta a la propia supervivencia de la Nación.
Como productos excepcionales de circunstancias igualmente excepcionales, los Gobiernos de gran coalición pueden ser una herramienta muy útil o una auténtica calamidad, dado que los éxitos o fracasos que cosechen serán de gran envergadura.
En el caso español, un Gobierno de gran coalición que sacara adelante las reformas económicas, administrativas e institucionales precisas para atajar el paro, la corrupción y el secesionismo y reforzar el Estado de Derecho –lo que necesariamente implicaría una restitución de la división de poderes– sería un revulsivo de primer orden que sentaría las bases para una transformación sumamente beneficiosa. En cambio, si tuviera por objetivo afianzar el statu quo y cerrar el paso a las formaciones que se proclaman regeneracionistas, ese mismo Gobierno de coalición sería nefasto, un lastre quizá imposible de sobrellevar.
Así las cosas, ¿qué cabría esperar de un Gobierno de coalición entre el PP de Mariano Rajoy, abiertamente enfrentado a su mejor pasado, y el PSOE del desnortado y desarbolado Alfredo Pérez Rubalcaba, gran muñidor del infausto estatuto de Cataluña? ¿Son este PP y este PSOE lo que necesita España para salir del atolladero económico, reducir drásticamente el desempleo, reformar la Administración Pública, combatir genuinamente la corrupción, independizar la Justicia del poder político, hacer justicia a las víctimas del terrorismo, combatir a ETA, poner fin a la ofensiva separatista, recuperar prestigio en el panorama internacional? La respuesta está en sus hechos.