De disfrutar del sistema financiero más sólido del mundo hemos pasado a sufrir un agujero que las extremadamente conservadoras estimaciones del Banco de España cifran en 15.000 millones de euros y otros cálculos más realistas lo sitúan en torno a los 40.000.
No es necesario repetir que estamos ante la enésima mentira de este Gobierno en materia económica. Mas la acumulación de falsedades no debería diluir su gravedad; en especial en este caso. Los desesperados intentos del Ejecutivo por ocultar debajo de la alfombra los activos tóxicos de nuestro sistema financiero han llevado a retrasar en más de tres años la urgente recapitalización que éste necesitaba.
Ahora, cuando ni las agencias de rating que nos son afines se creen nuestras propias mentiras y cuando el coste de nuestra deuda se ha disparado por las nubes, llega el momento de salir a los mercados a pedir a los ahorradores que nos confíen su capital. El momento no podía ser peor: desde 2008 a esta parte, las Administraciones Públicas han dilapidado alrededor de 250.000 millones de euros, los cuales pesan como una losa sobre nuestra solvencia futura.
El dato del déficit de 2010 todavía está reciente en la cabeza de los inversores: pese a los ajustes realizados, la economía española aun ha descuadrado sus cuentas en casi 100.000 millones, especialmente por culpa de unas autonomías manirrotas con escaso interés en apretarse el cinturón. ¿Quién, por consiguiente, va a querer entregarnos 40.000 millones de euros en estos momentos para que tapemos nuestras vergüenzas? Sólo aquellos que se sientan atraídos por las altísimas rentabilidades que deberemos ofrecerles.
El problema es que esta orgía de endeudamiento a tipos crecientes tiene las patas muy cortas: Grecia o Irlanda ya han sufrido en sus propias carnes qué sucede cuando sólo se puede pagar la deuda con nueva deuda cada vez más onerosa. España no debería haber estado jamás en esa terna de deudores de dudosa solvencia, pero una clase política desastrosa, más preocupada por propagar sus mentiras que en resolver nuestros problemas, nos ha terminado colocando en ella.