Por mucho que al portavoz del PP vasco, Leopoldo Barreda, le parezca "asombroso" que la diputada de UPyD Rosa Díez muestre "tanto desprecio por el Concierto Económico vasco", y por mucho que también asegure que "no existe ningún blindaje" y que sólo es "propaganda nacionalista", lo verdaderamente "asombroso" –si no fuéramos ya conociendo al personaje– es que Barreda haga estas virulentas declaraciones contra Díez apenas cuarenta y ocho horas después de que la secretaria general de su partido, María Dolores de Cospedal, criticase públicamente la "incoherente actitud" de los socialistas precisamente por su disposición a votar favorablemente a lo que ella misma también calificó de "blindaje".
Nada tiene, sin embargo, de "asombroso" que la dirigente de UPyD, fiel a los públicos principios fundacionales de su partido, califique de "aberración" y pida la supresión de lo que ya en su día y muy argumentadamente Mikel Buesa calificó de "pufo vasco".
Lo asombroso es que el PP todavía respalde a estas alturas ese privilegiado sistema de financiación autonómica que, como bien señala nuestro columnista Raúl Vilas, convierte en música celestial eso de que todos los españoles somos iguales ante la ley.
Lo asombroso es también que los populares vascos se aferren a esos "derechos históricos" que tanto contradicen el principio de igualdad entre los españoles por el que arriesgan sus vidas.
Por mucho que ahora Barreda, al igual que Basagoiti, quiera edulcorar el término "blindaje" asegurando que tan sólo se trata de "equiparar y de poner en pie de igualdad las normas fiscales vascas respecto a la de otras comunidades", lo cierto es que por mucho que no se puedan plantear recursos contra las normas fiscales del resto de autonomías, eso no es nada comparado con la mucha mayor desigualdad que a su favor tiene el País Vasco y Navarra con su posibilidad de negociar el dinero con el que contribuyen a los gastos del Estado. Prueba de ello, tal y como han demostrado numerosos informes, es que si todas las comunidades autónomas adoptasen el sistema del cupo y su cálculo se efectuara a la manera vasca y navarra, la Hacienda central quebraría.
Sin entrar, pues, en bizantinas discusiones en torno al término blindaje, es un hecho que el PP, lejos de empezar a oponerse a la anacrónica e injusta institución del cupo, la está consolidando. Y eso es, desgraciadamente, algo más que el ya de por sí lamentable apoyo al concierto que el PP le ha brindado siembre desde la transición. Prueba de ello es el voto negativo que hace unos meses el PP –y el PSOE– emitió a una moción muy similar sobre este asunto que se debatió en el Congreso de los Diputados. El "incoherente cambio de postura" de los socialistas se puede y se debe explicar, como lo hacía Cospedal, como contraprestación al apoyo que busca el Gobierno de Zapatero para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. Pero ¿a qué se debe ese apreciable cambio de postura del PP? ¿Tal vez a no querer resultar demasiado antipático a los nacionalistas? Para asombros y desconciertos ya bastan los que está causando el PP.