La Reina de Jordania no es una persona que se distinga especialmente por la observancia metódica de las versiones más radicales del Islam. Al contrario, su formación académica y su estilo de vida son claramente occidentales, aunque comparta el trono de una nación islámica con todo lo que ello lleva consigo.
Rania de Jordania publicó en abril de este año un libro infantil en el que, utilizando una historia de amistad entre niñas, hacía un canto al entendimiento entre integrantes de culturas y religiones completamente distintas. Su condición de figura pública suficientemente conocida en todo el mundo y la nobleza de intenciones que le llevaron a escribir el libro, han hecho que la publicación se convierta en un éxito tanto en Estados Unidos como en los países árabes.
A tenor de la temática del cuento y de los afanes de su autora en torno al entendimiento entre las culturas, era de suponer que Rania fuera la primera en predicar con el ejemplo permitiendo la difusión del libro en varias lenguas. Y así ha sido... hasta que una editorial israelí solicitó autorización para publicar el ya famoso cuento en hebreo, momento en el cual, la Reina ha decidido que los niños israelíes no tienen derecho a disfrutar de la lección de multiculturalismo que, al parecer, encierran sus páginas.
Rania de Jordania es una persona que podemos calificar como representante de la corriente más abierta y tolerante del mundo musulmán, con lo que tes fácil hacerse una idea de las dimensiones del odio que el Islamismo promueve en contra de los judíos, que llega hasta el extremo de que una autora distinguida por su tolerancia y su occidentalismo prohíba la traducción de un cuento infantil a la lengua en la que leen los niños israelíes.
Los que niegan a Israel a su derecho a defenderse, tienen aquí un excelente ejemplo de hasta dónde llega la hostilidad de una cultura formada por más de cuatrocientos millones de personas hacia una pequeña nación a la que se han propuesto destruir por todos los medios a su alcance. Si el multiculturalismo es la solución al conflicto entre árabes y judíos, la reina de Jordania tiene ahora una ocasión excelente para predicar con el ejemplo. Hasta que llegue ese momento, las lecciones de tolerancia mejor que las guarde para ella.