El presidente del Gobierno regional de Cataluña, Carles Puigdemont, reunió este lunes a los partidos que secundan su plan secesionista para ponerlos al día de su periplo madrileño, en el que rechazó la irresponsable invitación de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, de escenificar su liberticida intentona golpista nada menos que desde la tribuna del Hemiciclo y, en su lugar, dictó una conferencia y se dejó pelotear por la igualmente descalificable alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena.
La intención de la visita a la capital de Puigdemont era pergeñar el enésimo intento falsario de diálogo de los golpistas para pactar con las autoridades centrales la voladura del Estado de Derecho, que no otra cosa es el referéndum radicalmente ilegal que pretenden llevar a cabo, ante la inacción del Ejecutivo de Rajoy.
Reunidos los golpistas en la sede de la Generalidad, la conclusión es que la operación va a seguir su curso, aunque no han dado a conocer la fecha del referéndum para evitarse problemas legales.
La reunión de este lunes de Carles Puigdemont y sus compinches en el Parlamento regional coincidió con el relato del fiscal del caso Palau sobre el escandaloso latrocinio de fondos públicos perpetrado por el nacionalismo catalán en la célebre institución cultural. El régimen nacionalista se viene caracterizando, precisamente, por su amenaza permanente al resto de la Nación y una corrupción apabullante.
Sólo la existencia de un Gobierno pusilámine, enfeudado en sus propias corruptelas, puede explicar que unos golpistas de tan baja estofa mantengan tan a las claras, y en régimen de impunidad, su desafío al Estado.