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EDITORIAL

El ejemplo de Aguirre vuelve a dejar mal a Camps

Existiendo indicios racionales de delito ni siquiera debería hacer falta la imputación para que los partidos apartaran a los militantes bajo sospecha de todo cargo público. El PP valenciano debería haber actuado con decisión desde el principio.

Cuando saltaron a los medios de comunicación las primeras informaciones sobre el caso Gürtel, Esperanza Aguirre no esperó para anunciar las primeras dimisiones. A pesar de que ya desde el principio las imputaciones estaban mezcladas con un más que sospechoso tufo a cacería, reflejado en todo su esplendor en la cacería compartida por Garzón, Bermejo y el comisario JAG, las sospechas fundadas fueron suficientes para apartar de sus cargos a varios cargos políticos del PP madrileño.

Muchos ciudadanos piensan que todos los políticos son corruptos y quien más, quien menos, cree que es difícil impedir que algunos metan la mano en la caja. Por eso se valora especialmente la reacción cuando se descubre un caso, y haya sido tan comentada la diferencia entre la rapidez del PP de Madrid y la lentitud tanto de Rajoy como de Camps a la hora de hacer lo propio. No digamos ya la del PSOE frente a las continuas noticias sobre corrupción en sus filas, especialmente en Andalucía, aunque lo cierto es que pocos esperan ya nada del partido de los cien años de honradez... y ni un minuto más.

Esta semana Aguirre ha vuelto a dejar en evidencia a Camps, al recordar que los imputados por la trama Gürtel no han tenido sitio en las listas del PP madrileño. Este mismo jueves, los acusados han abandonado la Asamblea de Madrid, un poco tarde, aunque más vale tarde que nunca. Por el contrario, el PP valenciano no ha movido ficha más que para enrocarse. Porque aunque obviáramos al propio Camps y sus trajes, son varios los imputados por hechos bastante más graves y económicamente sustanciosos.

Es cierto que hacer automática la renuncia, siquiera temporal, a la política por una imputación da demasiado poder político a los jueces, pero no lo es menos que existiendo indicios racionales de delito ni siquiera debería hacer falta la imputación para que los partidos apartaran a los militantes bajo sospecha de todo cargo público. El PP valenciano debería haber actuado con decisión desde el principio. Al no hacerlo, seguimos hablando del caso Gürtel dos años después de que saltara a la luz pública y a menos de un mes de las elecciones.

No nos vale que los casos que afectan al PSOE sean más y más graves, pese a que en comparación hayan sido silenciados por las televisiones. El PP debe suponer un cambio, no un relevo. En caso contrario, podrá alcanzar el poder, pero no logrará a la larga más que aumentar la desafección a la política y propiciar el caldo de cultivo adecuado para el crecimiento del populismo.

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