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EDITORIAL

El coste de la respiración asistida de Zapatero

Si de verdad fuera un afán reformista lo que le mueve en sus últimas horas, Zapatero habría propuesto al principal partido de la oposición un pacto de Estado en esta materia, en lugar de acordar con los nacionalistas un simulacro de reforma.

Ya hemos señalado en numerosas ocasiones que el mayor problema de nuestra legislación laboral son los convenios colectivos, corsés que obligan a empresas muy diferentes y de muy distintos tamaños a gestionar su personal del mismo modo, sin la flexibilidad necesaria para sobrevivir, especialmente en época de crisis. Si el borrador de reforma presentado por el Gobierno hace unas semanas, lejos de erradicar, mantenía prácticamente intacta esta rémora para la supervivencia y la creación de puestos de trabajo, no menor tomadura de pelo supone la "modificación" que ha introducido el Ejecutivo para lograr, no ya el apoyo, sino la mera abstención del PNV y CiU en su convalidación como Real Decreto-Ley. Nos referimos a la prevalencia, en caso de conflicto, del convenio colectivo autonómico sobre el estatal.

Ni qué decir tiene que esta delirante "modificación", lejos de introducir la necesaria flexibilidad en el seno de las empresas, lo que va a producir es una fragmentación de la legislación laboral, que ni siquiera será capaz de generar una sana competencia autonómica que aboque a una mayor liberalización. Tan solo servirá para que un Zapatero moribundo gane un poco más de tiempo, haciéndonos creer que su negativa a celebrar elecciones anticipadas se debe a su voluntad de sacar adelante las reformas que requiere nuestra economía.

Si de verdad fuera un afán reformista lo que le mueve en sus últimas horas, Zapatero habría propuesto al principal partido de la oposición un pacto de Estado en esta materia, en lugar de acordar con los nacionalistas un simulacro de reforma que ni siquiera a estos convence y que será abandonado tan pronto como se celebren las elecciones generales.

La única incógnita es saber cuál es el precio que Zapatero se ha ofrecido a pagar a los nacionalistas por esta respiración asistida a su moribundo Gobierno. Y lo decimos porque ni siquiera nos creemos que la introducción de la prevalencia de los convenios autonómicos sobre los estatales sea la auténtica razón por la que los nacionalistas han decidido a última hora no votar en contra. Prueba de ello es que, introducida la modificación de marras, el portavoz del PNV en el debate, Emilio Olabarria, ha seguido manteniendo que la supuesta reforma "no va a posibilitar una mejora de la competitividad" de la economía española, "ni va favorecer la creación de empleo", mientras que su compañero de partido, Josu Erkoreka, se jactaba de no haber conseguido nunca tantas concesiones del Ejecutivo a cambio de la mera abstención de su grupo en el Congreso.

Es por ello por lo que nos debemos preguntar cuál es la auténtica "oferta irresistible" que Zapatero ha hecho a los nacionalistas para dar un poco más de oxígeno a esta falsa reforma con fecha de caducidad y que no contenta a nadie.

Tiempo habrá para saberlo. Pero de lo que ya estamos seguros es de que nada tendrá que ver con las reformas que requiere nuestra economía, en general, y nuestro mercado laboral, muy en particular.

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