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EDITORIAL

Cien días sin talante ni talento

En la rueda de prensa posterior a la Ejecutiva del PSOE, su secretario de Organización, José Blanco, ha destacado que “cien días suponen menos de un 10 por ciento del total de legislatura” y que, sin embargo, el Gobierno socialista ha realizado en este tiempo "muchas iniciativas que por su cantidad y envergadura" justificarían un período más prolongado.
 
Hasta cierto punto, no vamos a negar cierto récord de dinamismo al Ejecutivo en estos tres meses en que ZP lleva en la Moncloa, pero no evidentemente en el triunfal y propagandístico sentido que lo pretende celebrar José Blanco. De cualquier gobierno se pueden esperar decisiones erróneas y muestras de descoordinación e indecisión, pero ciertamente no tan clamorosas y numerosas como las que ha ofrecido el PSOE en apenas el “10 por ciento” del tiempo de legislatura que lleva consumido.
 
En primer lugar, cabe señalar la gravísima irresponsabilidad histórica que supuso la electoralista y anticipada retirada de las tropas de Irak que, al tiempo, tanto satisfizo a las organizaciones terroristas islámicas. También cabe destacar como, de la noche a la mañana, el Ejecutivo de ZP varió nuestra política exterior, en beneficio de países como Francia y Marruecos y en detrimento de los legítimos intereses y del peso internacional de nuestro país. En este capítulo, también cabe incluir “decretazos” tan perjudiciales como los dirigidos contra el Plan Hidrológico Nacional, la Ley de Calidad de la enseñanza o la anunciada reforma del proceso penal para que los fiscales —que jerárquicamente terminan por depender del Gobierno— se hagan cargo de la instrucción en lugar de los jueces.
 
A esa determinación en el error con tal de llevar la contraria a su sucesores, cabe añadir el capítulo de la indefinición como es la que caracteriza a las propuestas de reformas estatutarias o del Senado que pretende llevar a cabo Zapatero o las evidentes contradicciones en las que han incurrido varios ministros de su gobierno y que Solbes, no pudiendo atajarlas, ha acabado por sufragar recurriendo a un déficit del que ahora se quiere culpar al PP. Eso, por no hablar de las 180.000 viviendas prometidas por ZP, que luego quedaron reducidas a 180.000 “soluciones habitacionales” y que han acabado en el anuncios-humo que hizo el pasado viernes la ministra Trujillo y que, básicamente, se caracterizan por subvencionar los problemas y no en solucionarlos.
 
Donde no se puede negar ni energía ni acierto al PSOE es a la hora de camuflar ante la opinión pública todos estos errores saliendo a la palestra y recurriendo al casi pleno dominio mediático que goza gracias a Prisa y a los medios estatales. Eso, sin quitar mérito a ZP y a su capacidad de mantener su inmutable y cómplice sonrisa ante una gestión que oscila entre la irresolución y el desperfecto.

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