Está visto que el PSOE va a proseguir su huida hacia adelante, aunque suponga arrojar a Zapatero a un precipicio cada vez más cercano. Ni siquiera el formidable varapalo recibido por el TSJM que ha rechazado su querella, ha llevado a los socialistas a replantearse la estrategia prisaica de contaminar al PP. Y es que en el PSOE, las órdenes de PRISA no se cuestionan, se obedecen.
Tras haber querido condicionar esta decisión judicial con la filtración de la noticia, los socialistas ya se disponen a usar el otro chivo expiatorio que los medios de PRISA tenían preparado ante el insuficiente número de "jueces progresistas" con los que contaban en el TSJM y que dificlmente podría lograr la admisión a tramite de una querella tan impresentable y chapucera como la de los socialistas. Este chivo expiatorio no es otro que el Fiscal General del Estado, Jesús Cardenal, contra el que El País ya lanzó un ataque hace escasos días para exigirle que prorrogara el margen de maniobra de unos fiscales de sensibilidad progresista tan acreditada como Bermejo o Villarejo. A pesar de la entrada en vigor del nuevo estatuto de la Fiscalía, Cardenal cedió a la presión y accedió a que Villarejo pudiera hacerse cargo del asunto a través de la Fiscalía Anticorrupción, aunque instándole a que esperara a que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid tomara una decisión sobre la querella ahora rechazada.
Lo socialistas se lanzan ahora contra ese hueso señalado por sus dirigentes mediáticos, y acusan a Jesús Cardenal de no haber actuado diligentemente contra la corrupción manifestada en la deslealtad de Tamayo y Sáez. La actuación diligente habría sido, según ellos, permitir a Jiménez Villarejo que investigara los hechos.
Si no fuera ya suficientemente conocida la proximidad ideológica -incluso familiar- de este fiscal con el PSOE, este desatado y reiterado interés mostrado por los socialistas por que sea Jiménez Villarejo el que se haga cargo de la supuesta "trama" debería servir para impedir que la vía judicial no sirviera como vehículo de contaminación contra el PP.
Los reproches socialistas contra Cardenal son aun más injustos si tenemos presente algo tan insoslayable como es la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Si ninguna fiscalía ha actuado hasta ahora, no se debe a una decisión discrecional del Fiscal General del Estado, sino a la decisión del PSOE de presentar una querella ante un tribunal de justicia que, por ley, paraliza esas actuaciones.
Aunque sólo ahora -tras la decisión del TSJM- podría formalmente hacerse cargo la Fiscalía Anticorrupción, no dejaría de ser escandaloso que Villarejo reciclara unos hechos que de forma tan notoria han sido desdeñados como insuficientes como para admitir a trámite una querella. Mucho más bochornoso si tenemos presente las evidentes relaciones familiares e ideológicas que unen al PSOE con este fiscal, tío carnal de la candidata socialista a la alcaldía de Madrid, Trinidad Jiménez.
Si el más elemental sentido de la probidad profesional debería llevar a cualquier fiscal a no dar cancha en los tribunales a lo que no es más que una desesperada estrategia política del Partido Socialista para eludir sus responsabilidades internas, Villarejo debería renunciar a hacerse cargo siendo tan notorias sus implicaciones personales en el caso.
La estrategia del PSOE no es aclaclarar nada, sino, por el contrario, desviar la atención sobre los compromisos adquiridos por Zapatero y Simancas para que Tamayo y Saez respaldaran sus respectivas candidaturas. El pago de esas "letras" lo ha imposibilitado el posterior acuerdo con IU, pero el PSOE pretende endosárselas al PP.
Ahí, desde luego, sí que hay "algo más que indicios". Y si no, que se lo pregunten a Bono, que ya ha corrido a recordar que él no estuvo dispuesto a hacerse "prisionero" de esos "acreditados sinvergüenzas para llegar a ser secretario general"...
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