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EDITORIAL

11-M: el triunfo del carpetazo

A pesar de la cada vez más fortalecida y extendida voluntad de pasar página, el triunfo del carpetazo no tiene por qué ser definitivo. La historia no está escrita ni el futuro determinado. Menos aún por una colosal mentira.

Durante estos diez años, Libertad Digital ha mantenido su compromiso de no cejar en el empeño por esclarecer la autoría de la mayor matanza terrorista registrada en Europa. Hoy, al cumplirse el décimo aniversario del 11-M, que tan decisivamente alteró el devenir histórico y democrático de España, Libertad Digital renueva su compromiso no sólo con sus lectores sino con la memoria, la dignidad y la demanda de justicia de todas las víctimas del terrorismo.

Nuestro lucha por que se sepa algún día toda la verdad en torno al 11-M se vería lastrada por el ilusionismo y constituiría una quimera si no reconociéramos la triste y nada estimulante realidad en la que nos encontramos: a pesar de que los agujeros negros son ahora mucho más evidentes que nunca, nunca antes tantos dieron por buena la desacreditada versión oficial. Es público y notorio que la izquierda, los nacionalistas y sus poderosísimos medios de comunicación se despreocuparon del quién ha sido tan pronto el PP fue desbancado del poder, contra todo pronóstico, sólo tres días después de la matanza. Pero también la derecha y sus serviles medios de comunicación incurrieron en esa acomodaticia y despreocupada postura, desistimiento que se ha acrecentado tras recuperar el PP el Gobierno de la nación.

Como no quieren enfrentarse a los críticos de la versión oficial, edificada sobre pruebas y testimonios demostradamente falsos, las élites políticas y mediáticas recurren al insulto o al silenciamiento de aquéllos. Por eso no es de extrañar el monumental desconocimiento que la mayoría de los ciudadanos tiene sobre el 11-M.

Todos los medios de comunicación han podido cometer errores a la hora de cubrir este asunto, y todos han modulado su versión de los hechos a medida que se han ido conocido nuevos datos. Pero lo que no es una sabia asunción de errores sino una hipócrita vileza es pasar página y acomodarse a una versión oficial que ni siquiera puede dar respuesta a la pregunta de qué explotó en aquellos trenes ni a la que indaga por los autores intelectuales de la matanza. Lo que es una infamia es que una verdad judicial que se ha demostrado falsa en sus cimientos encubra el desconocimiento de lo sucedido.

Que el Gobierno del PP acabe de condecorar a las dos testigos rumanas imputadas por falso testimonio es buena prueba de hasta qué punto tanto los que utilizaron la matanza para lograr el vuelco electoral como los que lo sufrieron se han confabulado para dar carpetazo al asunto.

Con todo, y a pesar de esta cada vez más fortalecida y extendida voluntad por pasar página, el triunfo del carpetazo no tiene por qué ser definitivo. La historia no está escrita ni el futuro determinado. Menos aún por una colosal mentira.

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