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Dr. Juan Manuel Ruiz Liso

Déficit y medicina preventiva y predictiva

El futuro debe estar en la medicina preventiva, que es a su vez la medicina más barata y más eficiente y efectiva, aunque, precisamente por su prevención, no llegaremos nunca a conocer el valor tangible de la misma.

En el periodo enero-marzo de 2011, se han realizado en nuestro país 250 millones de recetas de productos farmacéuticos con un coste de 2903 millones de euros, que extrapolado a todo el año nos da una cifra de 1.000 millones de recetas con un coste farmacéutico de 11.612 millones de euros. Debemos saber que después de EEUU es España el país con mayor consumo per cápita de medicamentos, con la diferencia de que los americanos pagan sus medicamentos en su totalidad o bien a través de seguros privados que se lo incluyen. Si a esto añadimos que las personas mayores de 76 años gastan en asistencia sanitaria cuatro veces más que el grupo de 26-30 años en una población envejecida como la española, nos muestra un mapa económico sanitario difícil de soportar y asumir.

Por ello se precisa, además de las medidas reguladoras que próximamente nos afectarán, un complemento asistencial basado en la medicina preventiva y predictiva a través de la Educación para la salud.

Las personas se motivan cuando el beneficio es visible, rápido y probable. Y ello nos lo proporciona la prevención en sus tres estados o fases.

  1. Prevención primaria: para impedir que surja la enfermedad, a través de la promoción de hábitos de salud y también de la prevención de la enfermedad.
  2. Prevención secundaria: para impedir –si es factible– la progresión de la enfermedad mediante un diagnóstico y tratamiento precoces
  3. Prevención terciaria para impedir las secuelas. Rehabilitación.

Durante muchos siglos, en el campo de la medicina preventiva de enfermedades, la humanidad estuvo silente hasta que se demostró la prueba concluyente de la teoría del germen realizada en el último cuarto del siglo XIX por Louis Pasteur en Francia y Robert Koch en Alemania. Sus descubrimientos en el campo de la microbiología llevaron al primer motín epidemiológico sanitario en el combate de la enfermedad infecciosa. La salud pública ambiental, que comprende el abastecimiento de agua potable, mejores sistemas de alcantarillado, pasteurización de la leche y el control sanitario del suministro de alimentos, dio como resultado la casi total desaparición del cólera y las fiebres tifoideas y una marcada reducción de la diarrea y la mortalidad infantil en los países industrializados.

El hallazgo de vacunas seguras, apoyadas en los avances de la inmunología como ciencia, condicionó la erradicación de la viruela en todo el mundo, y un descenso muy significativo de enfermedades como la difteria, el tétanos, la tos ferina, la poliomielitis y el sarampión. Ahora bien, la carencia de recursos, imposibilita que los esfuerzos de los países en vías de desarrollo para reducir la tasa de enfermedades gastrointestinales, lleguen a término, especialmente en la infancia como la causa de mortalidad más importante en el mundo actual. La malaria, la tuberculosis, la gripe y otras enfermedades infecciosas siguen siendo graves problemas de salud en muchos países.

En la actualidad, la humanidad se enfrenta a la segunda sublevación sanitaria de su historia en el campo epidemiológico: la victoria frente a las enfermedades no transmisibles, que no sólo son la primordial causa de mortalidad en el mundo desarrollado, sino que también han alcanzado una mayor importancia en los países subdesarrollados y en desarrollo. Hoy se ha desplegado una metodología y unas técnicas eficaces y eficientes en la prevención de cardiopatías, algunos carcinomas, ictus, EPOC, etc. y su aplicación ha logrado una espectacular reducción de las tasas de mortalidad.

En algunas regiones españolas como Burgos y Soria, un ejemplo claro es el cáncer de estómago en los últimos diez años frente a las elevadas tasas del siglo XX.

La Salud pública, incluye pues la protección y mejora de la salud de los ciudadanos a través de la acción comunitaria, sobre todo por parte de los organismos gubernamentales. Tiene para su desarrollo cuatro áreas fundamentales:

  1. Fomento de la vitalidad y salud integral del ciudadano
  2. Prevención de lesiones y enfermedades infecciosas y no infecciosas
  3. Organización y provisión de servicios para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades
  4. Rehabilitación de personas enfermas o incapacitadas para que alcancen el grado más alto posible de actividad, por sí mismas.

La educación para la salud tiene un antecedente basado en el desarrollo de programas de higiene y salud ambiental (baños públicos y sistemas de desagüe subterráneos) nada menos que desde hace 5.000 años en algunas ciudades del subcontinente indio. La higiene personal, la educación sanitaria, el ejercicio físico, los códigos de conducta y autodisciplina, las prácticas dietéticas, la sanidad ambiental y alimenticia y el tratamiento de enfermedades y dolencias menores estaban ligadas a las actividades y práctica diaria.

El futuro debe estar en la medicina preventiva, que es a su vez la medicina más barata y más eficiente y efectiva, aunque, precisamente por su prevención, no llegaremos nunca a conocer el valor tangible de la misma; tan solo lo intangible de difundirla y practicarla: alimentación integral ligada a la dieta mediterránea, ejercicio físico, diálogo, colaboración, visión optimista de la vida – al menos intentarlo–, asociacionismo y participación social, seguridad alimentaria, humanización de la sociedad, ambientes bio-saludables, ciudades sin contaminación, erradicación del tabaco, drogas y alcohol y controles periódicos de las principales enfermedades, que serán la mejor inversión en una política de racionalización de costes sanitarios.

Afortunadamente, pronto se pondrá en valor las campañas regionales de despistaje de cáncer colo-rectal. Es una de las mejores inversiones preventivas en salud que pueden hacer los gobiernos autonómicos, dada la incidencia –casi en crecimiento exponencial actual– de estos tumores en la última década. Apenas un coste de 8 euros por paciente. Sin embargo, nunca entenderé la vacunación del Virus del Papiloma Humano (HPV) en nuestras adolescentes, dada la baja incidencia –de las menores mundiales– del cáncer de cuello uterino en nuestro medio. Tres dosis vacunales. Más de 350 euros por paciente. Una incidencia del cáncer de cuello uterino 50 veces menor que los tumores de colon y un coste 50 veces superior (¿?). Aquí también, una buena gestión y racionalización del gasto podría permitir financiar otros programas preventivos neoplásicos o degenerativos de mucha mayor incidencia. Y todo antes de que anochezca.

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