Es un proceso psicosomático, esto es, participa el cerebro (la mente) y el cuerpo, que se origina como consecuencia de un prolongado tiempo de vacaciones en cualquier estación del año. Su etiología podemos achacarla a un desajuste psicosomático provocado por el paso de las vacaciones al trabajo habitual y los síntomas son ansiedad, problemas para dormir, falta de apetito, desinterés por las cosas, indiferencia familiar, muchas veces arcadas, náuseas, vómitos...
Esta patología afecta tanto al hombre como a la mujer, con edades comprendidas entre 30 y 50 años; en nuestra experiencia nos encontramos que casi el 90% son trabajadores por cuenta ajena.
El diagnóstico no ofrece dudas: a la persona que ha venido de pasar unas vacaciones, largas en tiempo, y nos indica los síntomas enunciados, le mandamos unos análisis y unas pruebas para confirmar el diagnóstico y hacerle ver que su patología ha sido causada por su tiempo de vacaciones. No le indicamos ningún tratamiento farmacológico, sino que damos una serie de consejos y, si no encontramos mejoría, le tratamos con tranquilizantes a dosis muy pequeñas controlando su estado psicosomático.
Los consejos que le indicamos son los siguientes:
1º.-Respetar los tiempos de readaptación
2º.-Levantarse siempre a la misma hora
3º.-Respetar los horarios de comida
4º.-Acostarse a la hora habitual
5º.-No mantener el horario de las vacaciones
6º.-Duchas de agua caliente por la noche
Y como normas de prevención, aconsejamos no disfrutar las vacaciones de una vez. Debemos hacerlo en tiempos cortos y separados, regresar varios días antes de finalizar el periodo de vacaciones y, muy importante, no llevarnos a casa el trabajo acumulado sino resolverlo en nuestro puesto.
Las vacaciones son para descansar y no para enfermar.