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David Jiménez Torres

La juventud banal

¿Qué hacen los originales revolucionarios de Pozuelo sino repetir el vídeo que les mostró, orgulloso, el profesor de Historia? ¿Sino revivir las aventuras que escribieron sus padres para Cuéntame cómo pasó?

Para sacar conclusiones del Septiembre del 2009 no es necesario hablar de estadísticas de alcoholismo juvenil, ni llevarse las manos a la cabeza ante la pinta que presentan los parques de toda ciudad española en las mañanas de sábado y domingo. Beber es divertido y puede llevar al ligue, y por tanto la gente que no tiene más que hacer que divertirse y ligar, beberá. Punto. La alternativa al botellón no es un regreso a un bucólico pasado en que los jóvenes eran robustos escolares abstemios sino las fiestas de adolescentes norteamericanos: o sea, lo mismo.

Enfocar esa mágica noche desde el alcoholismo juvenil o incluso desde la cuestión de cuántos miembros de la "pijo-borroka" han asistido en su vida a una manifestación de condena a un atentado de ETA, sería un error. Un error porque nos llevaría a conclusiones superficiales sobre nuestro país, cuando, en mi opinión, lo que hay que comentar es qué revela este incidente sobre la idea general de la juventud en nuestra sociedad.

Tiene toda la razón José García Domínguez al advertir en este mismo periódico sobre la sutil hipocresía del término "pijo-borroka" y del tratamiento mediático del Septiembre rojo; llega a suceder esto en un barrio pobre y pronto nos encontramos con las mismas justificaciones que se hicieron en París de las émeutes de banlieues del 2005. Pero eso no quita que la ironía de la procedencia social de la guardia revolucionaria pozuelense nos pueda servir para comprender hasta qué punto se ha generalizado e interiorizado una idea muy específica de lo que significa ser joven; una idea, además, que ha llevado a la absoluta banalización de la juventud como cuerpo social y como idea misma.

Todos conocemos las características de esta idea: rebeldía, inconformismo, violencia, irreflexión, gamberrismo, irresponsabilidad, etc. Así es la juventud y así debe comportarse. Conclusión algo complicada por el hecho de que, paralelamente, y por razones que más tienen que ver con las acciones de Nike y Urban Outfitters que con otra cosa, la juventud se ha erigido en el centro de todas nuestras expresiones y ansiedades culturales: es decir, la juventud como idea se ha masificado e impuesto como regla de oro. Pero en este caso las características de esa misma idea son fundamentalmente contrarias a la masificación. Si lo normal es ser alternativo, si para ser como los demás tienes que volverte inconformista, si nuestros padres ansían una revolución tanto o más que nosotros... apaga y vámonos.

Para sacar nuestras conclusiones sobre lo de Pozuelo basta, por tanto, con pensar hasta qué punto estas supuestas características de la juventud han quedado banalizadas por su generalización; y no sólo eso, sino hasta qué punto ni siquiera son ciertas. O ¿qué hacen los originales revolucionarios de Pozuelo sino repetir el vídeo que les mostró, orgulloso, el profesor de Historia? ¿Sino revivir las aventuras que escribieron sus padres paraCuéntame cómo pasó? Como todo viene espoleado por las fantasías de la generación de nuestros padres, y como ellos preferirían ignorar una situación que se les ha vuelto patética antes que renunciar a sus grandes mitos, ahí estamos: quemando coches patrulla y grabándolo en nuestros iPhones 3GS. Viva la juventud.

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