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Dario Migliucci

Cesare Battisti: El terrorista rojo

La no extradición de Battisti es una ulterior humillación para los familiares de las víctimas que, además de no haber obtenido justicia, han tenido que escuchar una y otra vez las delirantes declaraciones pro-Battisti de la izquierda italo-francesa.

Entre la víctima y el asesino, han vuelto a elegir al asesino, disfrazándolo además de víctima. El Gobierno brasileño regido por el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva ha decidido no entregar al terrorista rojo Cesare Battisti a las autoridades italianas. Una vez más, el ex líder de los Proletarios Armados por el Comunismo logrará escabullirse de la cárcel.

Battisti ha sido condenado dos veces a cadena perpetua por varios homicidios cometidos entre 1978 y 1979, sin embargo ha permanecido en prisión muy poco tiempo. En efecto, cuando los jueces lo declararon culpable, ya se había fugado de la penitenciaría. Alcanzó Francia, luego se fue a México y finalmente regresó a París bajo la protección del presidente socialista François Mitterrand. De hecho, en aquellos tiempos, Francia amparaba a todos los extranjeros que huían de su país por ser responsables de actos de carácter político.

Resulta realmente asombroso que los franceses hayan podido calificar las atrocidades llevadas a cabo por Battisti de actos de carácter político. El líder de los Proletarios Armados por el Comunismo fue reconocido culpable por los atentados mortales contra los policías Antonio Santoro y Andrea Campagna (este último tenía tan sólo tenía 25 años), y también por los asesinatos del joyero Pierluigi Torregiani y del carnicero Lino Sabbadin, ambos condenados a muerte por los terroristas rojos porque tiempo atrás habían disparado contra unos criminales que intentaban atracarlos.

En definitiva, Battisti y sus camaradas se auto proclamaron a la vez jueces y verdugos, una barbarie que de todas formas no perturbó las conciencias de la Gauche démocratique.

La llegada al Eliseo de Jacques Chirac lo cambió todo. Battisti tuvo que huir de Francia justo cuando se iba a decretar su extradición. Durante tres años no se supo nada de él, pero finalmente en 2007 fue localizado y detenido en Brasil. Parecía que por fin había llegado el momento de que el terrorista pagara por sus crímenes. Sin embargo, ha sido tan solo una quimera, pues el Gobierno de Lula acaba de comunicar que Battisti no será entregado a las autoridades de Roma, puesto que en Italia "sería perseguido a causa de sus opiniones políticas". Al fin y al cabo, Battisti no es un asesino sino una víctima, eso al menos es lo que se concluye tras leer las declaraciones del ministro de Justicia de Brasilia, Tarso Genro, que incluso ha llegado a decir que Battisti podría acabar siendo asesinado por la mafia o incluso por la CIA en las prisiones italianas.

En las cárceles brasileñas, por el contrario, Battisti no corre ningún riesgo, si bien tampoco permanecerá encerrado en el país sudamericano. El ministerio de Genro, de hecho, ha decidido conceder a Battisti asilo político, de modo que pronto alcanzará nuevamente la libertad.

Es escandalosamente injusto el destino que tuvieron los protagonistas de este nefasto asunto. El caso de Alberto Torregiani, hijo del joyero Pierluigi, es ejemplar. A causa del atentado llevado a cabo por los Proletarios Armados por el Comunismo, Alberto perdió a su padre y además se ha quedado de por vida en silla de ruedas por una bala en la columna vertebral. Entonces tenía únicamente 15 años. Por el contrario, Battisti no sólo ha estado en libertad durante años, sino que se ha hecho rico creando revistas y escribiendo novelas.

Toda una vergüenza, una ulterior humillación para los familiares de las víctimas que, además de no haber obtenido justicia, han tenido que escuchar durante todos estos años una y otra vez las delirantes declaraciones pro-Battisti de la izquierda maximalista italo-francesa, que todavía sigue considerando a este sangriento criminal como a un héroe que tuvo el valor de desafiar al Estado burgués.

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