"Nosotras parimos, nosotras decidimos", nos dicen las feministas para justificar su apoyo al aborto. Bien. En tal caso, imagino que si una mujer decide parir el hijo de otros para entregárselo después, ya sea por hacer un inmenso favor a una pareja amiga con problemas médicos o porque la pagan por ello, será decisión suya. Ah, no, eso no. Hay que "rechazar la idea de que las mujeres sean usadas como contenedoras y sus capacidades reproductivas sean compradas", legalizando la "violencia obstétrica extrema". De modo que ahí tenemos a la izquierda en la Asamblea de Madrid, la vieja y (permitan el chiste) la nueva, votando en contra de la gestación subrogada.
Hay muchos argumentos en contra de los vientres de alquiler. Algunos son interesantes, nada ideológicos y muy a tener en cuenta, como los posibles problemas que pueda tener el hijo cuando sepa sus orígenes o las dificultades que pueda tener la gestante cuando deba entregar al bebé con el que ha convivido nueve meses de forma tan íntima, y con quien seguramente haya creado lazos emocionales aunque haya intentado evitarlo. Pero son razones que, en libertad, deberían tener en cuenta tanto quienes están evaluando tener un hijo con esa técnica como quien está considerando gestarlo. No unos políticos metomentodo.
Los conservadores tienen al menos un buen argumento para oponerse a los vientres de alquiler. Existen numerosos estudios que muestran que los hijos criados por el matrimonio estable de sus padres biológicos tienen de media mejores resultados psicológicos y educativos que quienes crecen en otros entornos. El interés del futuro menor sí es un objeto legítimo de preocupación legislativa. Sin embargo, desde el momento en que se aceptan y hasta se alaban alternativas a ese modelo, como la adopción, resulta difícil oponerse de forma coherente a la gestación subrogada, aunque no imposible.
En cambio, la izquierda en general y el feminismo en particular no tienen absolutamente ninguna forma lógica de negarse a los vientres de alquiler mientras apoyen el aborto. Al fin y al cabo, en este último caso hay un tercero implicado, el hijo, al que se mata. Se puede pensar que un feto muy poco desarrollado no puede considerarse aún persona y que por tanto carece de derechos, pero no es una conclusión obvia, por más que los eslóganes de la propaganda abortista pretendan convencernos de ello. En cambio, ni con la prostitución ni con la gestación subrogada existe ese problema. Aquí sí que hablamos de una decisión libre de la mujer. Ah, pero es que no les gusta que las mujeres empleen su libertad para tomar decisiones que, en su rancia opinión moralista, consideran que las cosifica o las convierte en vasijas o contenedores. Que las mujeres deben ser algo más que su útero, dicen. Claro. Pero es que son ustedes las únicas que están convirtiendo a una mujer libre que alquila su útero en un simple vientre. Messi es una persona, no un par de piernas cuyo uso alquila al Barcelona.
Nunca se crea a la izquierda cuando parezca estar apoyando argumentos liberales para defender sus posturas. Es mentira. Emplean esas razones porque son las mejores para justificar que se permita hacer aquello que les parece bien. Apoyan el aborto no porque crean que la mujer ha de tener libertad para hacer lo que quiera con su cuerpo, sino porque les parece bien abortar. Y como prostituirse o gestar el hijo de otros les parece mal, se olvidan repentinamente de eso de que el cuerpo de la mujer le pertenece a ella y nadie tiene derecho a tomar esa decisión en su lugar. Querrán quizá los rosarios fuera de sus ovarios, pero les parece estupendo acompañarlos de una hoz y un martillo.