"En Italia hay dos tipos de fascistas: los fascistas y los antifascistas", escribió en su día Oriana Fallaci. Algunos suspirábamos de alivio al leerla, porque significaba que había alguien de izquierdas que veía la extrema izquierda violenta como la basura humana que es. Sin embargo, también avanzaba el argumento autoexculpatorio que tantas veces hemos tenido que escuchar. Y es que cuando alguien de izquierdas hace algo indefendible, los popes progres lo llaman "fascista". Y, así, su ideología luce prístina e inatacable.
Como para muchos ser de izquierdas no es sino una forma de vida que les permite sentirse superiores a los demás, aquello que confirma que son como todos nosotros debe ser borrado de la faz de la tierra o, si no se puede, al menos reescrito y reinterpretado. Así, la izquierda no puede ser violenta, porque la violencia es mala y la izquierda buena. De modo que Gaspar Llamazares intenta convencernos de que no puede existir terrorismo de izquierdas, y cuando una turba de antifascistas arrasa una facultad y agrede a otros estudiantes son fascistas, según Ignacio Escolar y Ana Pastor.
De nada sirve intentar usar la razón o los hechos desnudos. Cuando se lucha contra la imagen beatífica que tienen de ellos mismos, todo esfuerzo es baldío. Si quieren defender un régimen de izquierdas negarán los hechos y los calificarán de propaganda del imperialismo opresor. Si les resulta ya imposible defender lo indefendible, o simplemente ha dejado de serles útil hacerlo, negarán que el dictador de turno sea realmente de izquierdas. Aunque cinco minutos antes dijeran lo contrario y los criticados se reconozcan socialistas o comunistas. La realidad da igual.
En cambio, la derecha es fascismo. Toda ella. Sin excepción. Si votas al PP, en realidad quieres que vuelva Franco. En esto nuestros progres patrios no son originales: en Estados Unidos, si eres republicano o, Dios no lo quiera, del Tea Party, entonces eres un racista de tomo y lomo. No es por vaguería o incapacidad de defender sus propias posiciones sin hacer una caricatura, aunque de todo hay. Es porque son de izquierdas, porque ser de izquierdas es ser el bueno de la película, y ellos quieren ser los buenos. Cara, gano; cruz, pierdes.
Naturalmente, hay gente de izquierdas que no es así. Ya lo sé. Vivo en el mundo real, en el que hay gente violenta en la izquierda y en la derecha y hay gente sensata en la izquierda y en la derecha, incluso gente con ideas totalitarias de todo signo que en la vida diaria son personas extraordinarias. Sería un detalle que tanto progre abandonara la propaganda, destinada principalmente a ellos mismos, y discutieran en un terreno juego nivelado. Pero nadie abandona su visión del mundo con tanta facilidad, así que no espero milagros. Y menos con este Papa.