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Daniel Rodríguez Herrera

iPad vs. netbooks: hagan sus apuestas

Fracasar con el iPad podría destruir esa imagen de genio que convierte en oro todo lo que toca. Eso es lo más importante que se juega Apple, mucho más que el destino de esos cuatro millones de iPad que planea vender este año.

No seré yo quien le ponga los clavos a la tumba de iGod, conocido por el mundo como Steve Jobs. Apostar contra Apple desde que Jobs volviera a coger las riendas en los 90 es una de las cosas más arriesgadas que se puede hacer si uno se dedica al periodismo tecnológico. No porque la compañía de la manzana no haya tenido fracasos. Desde el antecesor del Mac, Apple Lisa, hasta el reciente Apple TV, pasando por su agenda electrónica Newton o su consola de videojuegos Pippin, la historia de la empresa de Cupertino está repleta de fiascos. Es normal: si se innova, siempre existe el peligro de que al público no le guste la novedad. Pero si se acierta, el éxito puede ser espectacular.

Ahora llega el turno a un nuevo aparato, el iPad, también conocido como iPhonazo. Habiendo transcurrido ya unos días del lanzamiento, precedido como siempre por meses de rumores y secretismo, de una expectación casi enfermiza entre los aficionados a la tecnología, cabe preguntarse a qué categoría pertenecerá, si se venderá como rosquillas o acabarán ofrecido como regalo al comprar La Razón.

Steve Jobs no se ha callado su opinión sobre los netbooks. Al contrario, su desdén ha sido notorio y ruidoso. Le parecen portátiles cutres, lo que justifica su precio. Sin embargo, lo cierto es que Asus encontró, seguramente de forma inesperada, un nicho de mercado que nadie sospechaba que existiera, situado entre los teléfonos móviles más avanzados, como el iPhone, y los ordenadores portátiles propiamente dichos. Algo que no ha podido sino reconocer Jobs, que comenzó su presentación del iPad hablando precisamente de ese hueco en la oferta de Apple. Pero lo que ha ofrecido es algo esencialmente distinto al netbook: en lugar de un portátil reducido, un móvil King Size.

El concepto de tableta lleva muchos años dando vueltas, pero nunca se ha construido ninguno de éxito. Microsoft intentó impulsarlos allá por el 2002 con una versión especial de Windows XP llamada Tablet PC, pero sin éxito. Alan Kay, un visionario a mi entender algo sobrevalorado, propuso un primer diseño de ordenador portátil muy parecido a lo que ahora llamamos tabletas allá por 1968. Hace un año aseguró en una entrevista que Jobs le preguntó qué le parecía el iPhone. Le contestó que si lo fabricaba a un tamaño de 5 por 8 pulgadas "dominaría el mundo". Bueno, es un poco más grande (7,5 por 9,5), pero parece que el jefe de Apple le tomó la palabra.

La cuestión es si la fuerza de diseño y marketing de Apple será capaz de triunfar allí donde todos los demás han fracasado. Además, la apuesta es grande. Los errores de Jobs estos años han sido menores, y han afectado a productos en los que la compañía tampoco puso su prestigio en juego, como el Apple TV o el teléfono que hizo con Motorola antes de lanzar el iPhone. Pero fracasar con el iPad podría destruir esa imagen de genio que convierte en oro todo lo que toca, o al menos todo lo que presenta al público en esos shows en San Francisco. Un valor quizá intangible y difícil de valorar, pero que es uno de los activos más importantes de los de la manzana. Eso es lo más importante que se juega Apple, mucho más que el destino de esos cuatro millones de iPad que planea vender este año.

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